Cada cuatro años, tenemos el privilegio de poder contemplar las hazañas de cientos de deportistas en las olimpiadas de turno. Nuestros deportistas, la mayoría personas anónimas para el gran público, esconden historias de sacrificio personal y profesional. Gente que supedita su día a día a conceptos tales como esfuerzo, superación, disciplina, compromiso, trabajo en equipo, compañerismo, perseverancia, hábitos saludables. A pesar de los sacrificios, persiguen sus metas, algunas veces las consiguen en forma de medalla y otras, sólo el camino para llegar hasta aquí ya ha merecido la pena. Para todos sus compatriotas, motivo de orgullo y espejos en los que contemplarnos, modelos a imitar.

Cuando los medios de comunicación se hacen eco de las actividades de alguno de nuestros representantes políticos a la hora de obtener un máster, de conseguir un título universitario que engorde artificial y artificiosamente su pobre currículo, cuando sus supuestos méritos académicos apestan a chanchullo y corruptela y aun encima se sienten legitimados para ejercer de salva patrias vigilantes de la moral y las buenas costumbres de sus oponentes políticos, cuando todo vale para que el cuanto peor para nuestro país, mejor para mis intereses y los de mi partido, es entonces cuando más asco me da este tipo de clase política y me hace renegar de esta España nuestra.

Así que me quedo con la gente anónima, la que nos hace vibrar y nos pone la carne de gallina con sus éxitos y sus fracasos, la que en las entrevistas con los medios de comunicación nos permite vislumbrar todo el trabajo, honrado y silencioso, que hay detrás de sus carreras deportivas. Me quedo con todo ese cuerpo técnico que los apoya a las duras y a las maduras. Con sus familias, que los acompañan en una travesía no exenta de dificultades. Me quedo con tantas y tantos jóvenes de este país que se siguen esforzando en sus estudios, en sus trabajos, intentando labrarse un porvenir y un futuro sin tener que hacer trampas, sin oír los cantos de sirena del dinero fácil y la vida muelle. Con las familias que los acompañan y les aconsejan para hacer de ellos personas honradas y ciudadanos ejemplares. Mi más sincera admiración y enhorabuena. Vosotras y vosotros sí que merecéis la pena y nos hacéis sentir orgullosos de pertenecer al mismo país.

Ignacio Belanche. CHA Valderrobres