Hacía tiempo que no disfrutaba tanto de una historia. Y fue, como es habitual, de manera inesperada. El domingo pasado, durante la emisión del programa «Mi Barrio» de Salvados, una decena de personas de una generación que ahora se enfrenta a la vejez, destaparon con total sencillez relatos extraordinariamente normales.
Historias de soledad, pérdida, nostalgia y sacrificio contrastaban con discursos de pasión, lucha, rebeldía, feminismo y amor. El programa se convirtió en un emotivo homenaje a la generación que dejó su tierra buscando un futuro mejor. Como el «desertor del arado» que se fue a Francia a trabajar, la señora gallega que con 18 años se subió al tren con 3.000 pesetas y dos maletas o el leonés que emigró a Barcelona porque «no tenía más remedio».
Entre las escenas costumbristas que hablaban de lo que somos, me llamó especialmente la atención la historia de Rafael, un albañil jubilado de 83 años que se dedica a plantar olivos entre el asfalto del barrio barcelonés de Cornellá. Y ¿por qué? «pues porque me gusta y como me gusta lo hago». Así de simple. Ahí estaba él, disfrutando de cómo había crecido su árbol haciendo caso omiso a los intentos de Jordi Évole por sacarle un titular. Y, manteniendo esa naturalidad, se despidió. Tenía que cuidar del «amor de su vida «; su mujer enferma sin la que no puede vivir.
Como yo, muchas personas conectaron con los protagonistas del programa porque son nuestros padres, abuelas o tíos. Una generación fuerte que sigue plantando semillas en el asfalto, siembra que ahora nosotros debemos cuidar, desde pueblos o ciudades. Y lo tendremos que hacer con los valores propios de la juventud. Vamos mal encaminados si lo hacemos con discursos del odio, racismo, machismo y violencia. Recordemos lo que somos. Hagamos más barrio y menos patria.
Antonio German Torres dice
Buenos días Isabel:
Entre los valores propios de la juventud, y hablo en términos generales porque hay excepciones excepcionales, no destaca especialmente el conocimiento del pasado. Desgraciadamente tampoco hay mucho conocimiento del presente.
Me referiré en unas líneas a Cornellá. (según Vd. un barrio de Barcelona).
Cornella es la ciudad más importante del Baix Llobregat con una población de 90.000 habitantes. Durante los años posteriores a la guerra civil fue al mismo tiempo un área de desarrollo industrial y una base de movimientos sociales, entre los que destacó Comisiones Obreras, organización desarrollada por eminentes cristianos como el jesuita Joan García Nieto, el aragonés Alfonso Carlos Comín o el sacerdote converso a la causa del comunismo Federico Prieto. Una mezcla de Cristianos para el Socialismo, Bandera Roja y tránsfugas del catolicismo.
La lucha de estas personas fue de gran valor, y pusieron las bases para un desarrollo económico y social muy importante. Este desarrollo es el que convirtió a los miles de emigrantes llegados de toda España en la clase media que ha acabado con sus padres fundadores. Si se da un paseo por Cornellá, vera Vd. una ciudad donde queda poco obrerismo, de la que han desaparecido las grandes industrias que hicieron próspera a esta ciudad, y sí muchos jubilados que disfrutan de su vida actual y que como su héroe de la televisión se dedican a plantar olivos, sin odio y sin queja.
Colaboré modestamente a ese resurgimiento de Cornellá, ayudando entre otros al Padre García Nieto a llevar adelante su gran proyecto: la Fundación Utopía. Hice cuanto estuvo en mi mano para colaborar con el gran alcalde que fue de Cornellá, el socialista José Montilla, a transformar el abandonado barrio de Almeda en la magnífica realidad presente. Destacados sindicalistas de la zona como Francesc Castellana o Jose Maria Rañé que a principios de los 80 eran poco más que distinguidos agitadores hicieron de Cornellá su escuela de aprendizaje y base de lanzamiento para las grandes carreras políticas que han hecho después.
Más barrio es fantástico, pero solo siendo excepcional a nivel local se puede llegar a ser algo en el plano nacional o internacional. Algún día le explicaré porqué esta Vd. confundida si cree que más barrio es mejor que menos patria, No se engañe, lo deseable es que los mejores del barrio (que conocen la realidad de la gente corriente) pasen a la política nacional y no al revés, que como vemos frecuentemente lleva a los pueblos a los que no han triunfado a escala nacional.
Un saludo