El ambiente navideño se ha instalado ya en las calles del Bajo Aragón Histórico. Árboles de Navidad, belenes, una iluminación cuidada y elegante y mercadillos navideños por todo el territorio pretenden dar algo de luz a una sociedad afectada a todos los niveles por las restricciones que ha generado la pandemia de covid-19. El balance de este puente de la Constitución en el ámbito turístico es negativo pero los pueblos no están dispuestos a renunciar a la alegría e ilusiones que genera la Navidad, y con ella, a activar el comercio local y la hostelería en la medida de lo posible. Son más que entendibles las reivindicaciones del sector servicios, al que las medidas están afectando muy gravemente en lo económico. Es inconcebible que el medio rural asuma las mismas restricciones que el urbano en esta materia. Apenas hay establecimientos abiertos en comarcas como el Maestrazgo, donde es impensable sentarse en una terraza en pleno mes de diciembre; y a las medidas del covid-19 se suman otras cuestiones como los estrictos requisitos legales que se deben cumplir para instalar, por ejemplo, mamparas de metracrilato en las terrazas de Alcañiz con el único objetivo de que los que se animen a echar un café o una caña no terminen helados de frío.

Son tiempos difíciles para todos y lo único que queda es, como vienen diciendo los políticos estos días para evitar unas prohibiciones que se considerarían del todo impopulares, nuestra responsabilidad como sociedad. En esa responsabilidad entra extremar las precauciones a nivel individual y atender a las «recomendaciones» que marcan las autoridades sanitarias de cara a las comidas y cenas que se avecinan. Pero dentro de esa responsabilidad individual también cabría la necesidad de favorecer todo lo posible que nuestro tejido económico y empresarial no termine por salir de esta pandemia más gravemente afectado de lo que ya es previsible. Es ahora más que nunca momento de consumir en el territorio, de regalar tambores elaborados en nuestros pueblos, de consumir alimentos que nacen en nuestra tierra y de apostar por el comercio y la hostelería locales. Y si todo esto, además, viene motivado por un ambiente navideño excelente y cargado de optimismo, las sensaciones tras hacerlo serán muchísimo mejores que las de otras navidades porque los tiempos difíciles se curan con solidaridad, trabajo y ganas de salir adelante más fuertes que nunca.

Editorial