Ya les hablé en otra ocasión (comentaba el incremento juvenil de suicidios) de unos alarmantes informes de psicólogos y psiquiatras. A menudo nos preguntamos qué estamos haciendo mal –como sociedad y como cultura «avanzada»- con nuestros niños y jóvenes. Unos aseguran –citan pruebas estadísticas de peso- que sobreprotegemos a los niños y jóvenes y cada vez más los hacemos vulnerables a los correlatos patológicos de ansiedad, depresión, conductas adictivas, violencia y agresividad, sexo prematuro (las violaciones en edades infantiles aumentan también), unidas a carencia de normas de educación y respeto e ignorancia de la cortesía o del bien común.
Otros afirman que la paradoja es más compleja: los chicos y chicas desde muy temprana edad adolecen de falta de firmeza educativa, de excesiva permisividad, de ausencia de estructura familiar jerárquica, de ignorancia ética en los padres, incapaces de señalar límites lógicos a la «libertad» de los hijos y de formar equipo educativo con los maestros y profesores, apoyando la autoridad de éstos sobre las manipulaciones emocionales de los alumnos. La pérdida del esquema tradicional de la «autorictas» familiar ha sido cuestionada desde la «modernidad» tras los sesenta y setenta del pasado siglo. Aquella formula familiar tenía evidentes defectos pero no ha sido sustituida por ninguna otra, excepto un inadecuado «coleguismo» y la desorientación del infante que percibe que se le da «vía libre» para la aventura de vivir en un momento en que no están preparados para ello.
La paradoja de Peter Pan (el niño creado por J.M. Barrie que odiaba a los adultos y no quería crecer) queda equilibrada por la de «El señor de las moscas» (la historia de William Golding, que narra la aventura de un grupo de niños abandonados sin adultos por accidente en una isla desierta, que acaban convirtiendo la vida en común en la dictadura fascista del más fuerte y salvaje).
Tolerancia cero a la frustración, nula o débil gestión del estrés o de los deseos y apetencias, incapacidad de respuesta ante las dificultades (con opción directa al suicidio), falta de comunicación no sólo horizontal -entre compañeros y amigos- sino vertical, con padres, abuelos o profesores, malos resultados escolares o académicos, solipsismos provocados por la adicción al móvil o la tablet, episodios de salud mental vulnerable, fácil recurso a la violencia como respuesta o como incitación.
La cuestión es: ¿es razonable optar entre convertir a nuestros hijos en unos «Peter Pan» que se aíslan en sus cuartos o en sus pantallas mientras gimen su soledad y la incomprensión en que viven? O, ¿en siervos de «El señor de las moscas» – el diablo que azuza la maldad humana- que se creen que pueden vivir a tope sin respeto a nada ni a nadie, sin responsabilidades, hasta que sucumben? Hay que buscar una vía con sentido común. This is the question.
Alberto Díaz Rueda. LOGOI
Buen artículo. Una pequeña corrección: la cita exacta de Hamlet es «that is the question».
la cita exacta en español separatista toca-huevos sería: txuleton de rubia de espanya esa es A pregunta
Muy buen artículo.