Hoy podría hablar (vamos, escribir) de Alcañiz, y su mala gestión municipal en las últimas legislaturas, pero lo dejo para otro día, que prefiero hacerlo de la otra España, la mal llamada España vaciada.

La mayor parte de los votantes viven en ciudades, vamos, sólo menos de dos de cada diez vivimos en municipios rurales, y la tendencia es que los pueblos continuemos perdiendo población… somos una pequeña minoría en el espectro político dominado por los grandes partidos.

Y, si además de ser pocos, los partidos mayoritarios nos tienen divididos en ideologías, pues nuestro peso político es tan ínfimo que posiblemente esa sea la causa de nuestros males estructurales.

Hay muchas circunstancias que me identifican: soy español y bajo aragonés, blanco, hombre cisgénero (nueva palabra acuñada para definir a quien se identifica con el género asignado al nacer), anarquista, ateo criado en los valores cristianos, del atlético de Madrid, de Rossi y de Fernando Alonso, ciclista, jubilado, obsesivo, animalista, vegetariano y un tanto anoréxico… muchos son los elementos que me identifican y que me hacen pertenecer a un grupo y no a otro.

Ahora que están cercanas las elecciones municipales y autonómicas, los partidos utilizarán el clientelismo político para buscar un elemento de identidad coincidente con su propuesta electoral: la extrema derecha con el nacionalismo excluyente frente a la inmigración (que al no estar censada no tiene voto), la extrema izquierda con las minorías descontentas con el sistema, los regionalismos con el lugar de nacimiento («España nos roba», como si ellos no pertenecieran a esa misma España)… cada cual mostrando su gusano retorciéndose en el anzuelo.

Me planteo que, si los habitantes en municipios rurales uniéramos los votos, identificándonos entre nosotros por el lugar de residencia y no por la ideología, raza, situación laboral o género, tendríamos una fuerza significativa a la hora de tomar las decisiones que nos afectaran.

Teruel Existe podría haber sido la propuesta idónea, pero incluye en su planteamiento a esa mayoría de habitantes urbanos de la capital y está decantado ideológicamente, apoyando una propuesta política en detrimento de otras, sin valorar el beneficio que su voto podría aportar al medio rural; por tanto, salvo que renuncie a votar decisiones que no afecten al medio rural y renuncie a representar los intereses de la capital, que no forma parte de la España vaciada, sino que es parte de quien la genera con su centralización de servicios, su planteamiento es meramente provincial: algo tan poco eficaz como la propia Diputación.

O sea, no existe en la amplia oferta política ninguna propuesta seria que represente la identidad rural para generar unos proyectos que garanticen nuestra pervivencia como lo que somos, habitantes de pueblos marginados por las políticas urbanas, por lo que, o reaccionamos, y lo hacemos ya, o la inercia y la estadística juegan en nuestra contra.

Nuestra guerra es, como todas, pueblo a pueblo, conquistando en todo el territorio nacional los pequeños municipios con candidaturas independientes, identificadas por pertenecer al medio rural: entonces, y posiblemente sólo entonces, las comunicaciones importantes dejarán de ser entre ciudades para tener en cuenta las de los pueblos, los servicios se descentralizarán en las escuelas rurales y los consultorios médicos de los pueblos, Ia banda ancha será igual de ancha pero más larga y una red uniendo pueblos… entonces, y posiblemente sólo entonces, podremos creer que la Agencia Espacial Española tendrá una oportunidad de instalarse en un territorio sin aeropuerto internacional comunicado con las principales capitales europeas.

Mientras tanto, seguiré apoyando con mi voto a alguna de esas minorías con las que me identifico, sabiendo de su inutilidad para los fines de los grandes partidos.

José Luis del Valle. Abogado