Llega un año intenso con tres citas electorales en las que los ciudadanos renovarán sus instituciones después de una legislatura convulsa en la que Teruel Existe ha participado activamente en las políticas del Estado. Durante toda la legislatura nos habría gustado ser un aliado en Madrid del Gobierno de nuestra comunidad, fuese del signo que fuese, en la lucha contra la despoblación o en la presión para encontrar un modelo de financiación autonómica y municipal beneficiosa para Aragón. Pero solo hemos encontrado menosprecios y se nos ha apartado deliberadamente de todos los debates, a pesar de que fuimos la fuerza más votada de la provincia en las últimas elecciones celebradas. El Gobierno que presume de transversalidad y de su voluntad de acuerdo ha puesto todos los obstáculos posibles para impedirnos participar como un agente más. Tampoco hemos visto en la oposición una alternativa con propuestas constructivas.

Durante esta legislatura hemos comprobado el escaso peso político en las instituciones estatales de las fuerzas que componen el cuatripartito. Han sustituido su inoperancia por tuits y comunicados para eludir sus responsabilidades. Basta recordar la tibia negociación del Departamento de Agricultura con una reforma de la PAC muy negativa para Teruel, o el paripé del Departamento de Vertebración, Movilidad y Vivienda en sus conversaciones con el Ministerio para mantener unos servicios dignos de ferrocarril en las líneas Zaragoza-Monzón-Lérida, Zaragoza-Caspe-Fayón o Teruel-Caudiel. O en las negociaciones para instalar en Aragón la Agencia Espacial o la fábrica de baterías. O el ridículo cometido con los Juegos Olímpicos de invierno. El cuatripartito ha presumido de aparcar sus diferencias por el interés general, pero se ha demostrado como un club en el que sus socios han actuado por sus intereses personales y partidistas.

Cuando el Gobierno de Aragón saca pecho de impulsar políticas contra la despoblación les tenemos que dar la razón: sí, son los que más hablan de ella, pero para negar que tenemos un problema. Son campeones en retorcer los datos para quedarse en una lectura simple y acusando de victimistas a quienes, porque creemos en la potencialidad de esta tierra, nos negamos a caer en esa autocomplacencia. Las hemerotecas están llenas de titulares grandilocuentes y carentes de autocrítica que tapan una realidad muy mejorable. No negamos el papel social de los presupuestos autonómicos recientemente aprobados. Faltaría más, es el objetivo principal de cualquier Gobierno y de cualquier presupuesto. Pero echamos en falta audacia. No son unos presupuestos que cohesionen el territorio, están hechos por inercia para mantener la maquinaria administrativa. Faltan estrategias de acción rural efectivas, faltan partidas concretas y transferencias a los municipios y las comarcas para favorecer su desarrollo.

El Gobierno de Aragón defiende un modelo basado en grandes proyectos, faraónicos, de dudoso retorno social y económico. Anuncian grandes inversiones que generarán miles de puestos de trabajo, pero cuando pasan unos meses no sabemos nada de ellos. El Gobierno basa sus políticas estratégicas en la ganadería intensiva y en macroproyectos turísticos que generan empleos precarios y mano de obra poco cualificada. No nos oponemos por sistema, pero sí a que se concentre toda la energía en ponerles una alfombra roja sin condiciones. La apuesta por estos proyectos no puede ir en contra de otros más pequeños que son los que realmente mantienen con vida pequeños municipios.

Nos oponemos frontalmente al modelo de implantación de energías renovables en el territorio. No sólo no lo tiene en cuenta sino que lo está destrozando. Lamentamos que el Gobierno haya actuado como el mejor intermediario de una de estas grandes empresas y sea un colaborador necesario en la destrucción de los paisajes y las economías de muchas comarcas. No se puede admitir que el Gobierno de la comunidad coopere para que sigamos siendo un territorio de sacrifico. No es de recibo que se escude en la supuesta rentabilidad económica, si Aragón es una de las mayores productoras de energía es porque somos pocos y con mucho espacio, convirtiéndonos en la reserva energética de las comunidades más ricas. Es inconcebible que el Gobierno de Aragón apoye políticas propias del pasado, como las que inundaron nuestros valles de pantanos en los 60 del siglo XX. Mientras, el Departamento de Agricultura se ha olvidado de los regadíos en la margen derecha del Ebro, tanto de nueva creación como de modernización. En cuanto a carreteras, el Departamento se ha hecho muchas fotos cortando cintas, pero según numerosos estudios tenemos las peores vías del país, y a pesar de ello se ha invertido poco y mal. Hace un mes conocimos una propuesta semiprivatizadora por la que se van a desembolsar 630 millones de euros para actuar en el 30% de la red autonómica. Los once itinerarios presentados dejan fuera numerosas vías en pésimo estado.

La sanidad ha sido otro de los departamentos en los que la gestión ha sido cuestionada y nos preocupa la falta de capacidad para resolver los numerosos problemas que se vienen arrastrando desde hace años. Tras la vuelta a la normalidad tras el covid se han vuelto a evidenciar. Los planes de choque para reducir las listas de espera no están dando resultados y la mala planificación está agravando el problema de la sanidad rural. Faltan especialistas, muchos consultorios están desatendidos y los nuevos pliegos de transporte sanitario dejan desatendidos durante horas a numerosos pueblos, como hemos denunciado reiteradamente. Nunca deberían haberse presentado estos pliegos.

Por todo esto creemos imprescindible nuestra presencia en las instituciones aragonesas. Venimos para buscar acuerdos y a ejercer ese papel vigilante para que las acciones de gobierno estén encaminadas a disminuir las numerosas brechas del territorio. A pesar de nuestro tono crítico, nuestra única pretensión es trabajar en común por el bien de la ciudadanía turolense y aragonesa.

Tomás Guitarte. Coordinador general de Teruel Existe