Los datos de contagios del covid-19 siguen creciendo y esta semana se han convertido en muy preocupantes por afectar a la población más vulnerable: los mayores. Era cuestión de tiempo que el relajamiento y la transmisión entrase en las residencias, pese a todos los controles previos y protocolos vividos hace tan solo unas semanas. Resulta inaudito que tras el drama tremendo de muertes y enfermedad en soledad que hemos padecido estemos afrontando unas cifras que crecen cada día y ponen de manifiesto que las medidas no han sido suficientes.

El centro covid de Gea de Albarracín para residentes volvió a abrir ayer sus puertas ante la oleada de contagios en centros de mayores, que llegan casi al medio centenar de focos en nuestra comunidad. El brote más grave, el de Báguena, con más de 60 positivos y varios fallecidos.
Ante esta situación, muchas residencias están tomando decisiones por su propia cuenta desde hace días; estableciendo autoconfinamientos y con medidas más restrictivas que las planteadas por el propio ejecutivo autonómico. Sin embargo, hoy surgen muchas preguntas acerca de porqué no se han tomado hasta ahora otras medidas sanitarias coordinadas por DGA que ofreciesen una seguridad total a los residentes, como pruebas PCR masivas a trabajadores y familiares, y más teniendo en cuenta que Aragón ha contado durante estas semanas una capacidad diagnóstica muy superior a la que se estaba practicando. ¿Se trata por razones económicas? Cualquier gasto y estrés sanitario ligado a brotes en residencias será mucho mayor en caso de contagios, tanto a nivel económico como humano y social. ¿Falta de material para las pruebas? Según el Salud no hay que preocuparse por esta cuestión porque contamos con suministro suficiente. Entonces, ¿cuál es la razón para no sobreproteger a los mayores? Asimismo, cabe preguntarse dónde quedaron las palabras de apoyo a los trabajadores de estos centros, cuyo esfuerzo enorme a nivel sanitario, laboral y emocional fue tremendo durante la primavera. Se habló de recompensar su labor, de incluirla en los círculos médicos y abordar la gestión residencial desde una perspectiva integrada en el sistema sanitario. Pero no se ha avanzado en este sentido. Solo cabe ahora confiar en que las decisiones y el aumento de controles decretados por la consejera de Salud den sus frutos para evitar vivir situaciones dramáticas como las pasadas. Y que este agosto que mañana comienza no sea inhábil para quienes nos gobiernan, porque se avecina un septiembre en el que la vuelta a los colegios de forma segura tras seis meses de parón debe estar muy presente para no fallar.

Editorial