La irrupción de la Covid-19 ha afectado a la forma en que vivimos, nos relacionamos, consumimos o viajamos. Y, por señalar alguna de sus otras repercusiones sociales y económicas, también ha contribuido a agravar la situación de aislamiento de muchos municipios aragoneses por las limitaciones de su red de transporte público.

La irrupción de la Covid-19 ha afectado a la forma en que vivimos, nos relacionamos, consumimos o viajamos. Y, por señalar alguna de sus otras repercusiones sociales y económicas, también ha contribuido a agravar la situación de aislamiento de muchos municipios aragoneses por las limitaciones de su red de transporte público.

Estos pueblos, resignados a tener pocas opciones para trasladarse a núcleos de mayor tamaño en los que trabajar, realizar trámites, visitar al médico o abastecerse, han visto como, tras el confinamiento, estos recursos se han visto reducidos. Y el proceso que nos está conduciendo a la nueva normalidad no parece tampoco tener prisa por aliviar está situación de aislamiento.

Los servicios de transporte tanto por ferrocarril como por autobús han reducido sus frecuencias siguiendo criterios mayormente de índole económica, lo cual, aunque resulte lógico dado que es una realidad cómo el miedo al contagio nos hace viajar menos y ello se traduce en una merma de ingresos para las compañías, en poco favorece al desarrollo de determinadas zonas y comarcas de la Comunidad aragonesa.

En este punto, es necesaria una mayor responsabilidad hacia el territorio y vocación de servicio público en la estrategia de desarrollo del sector, y una apuesta más contundente por facilitar la cohesión territorial en estos tiempos inciertos por parte de las administraciones.

Dada la importancia demostrada que tiene el transporte público para vertebrar el medio rural, es deseable y necesario que los gobiernos, concesionarias y empresas de transporte por carretera sumen fuerzas para frenar el deterioro que sufre la red de conexiones de Aragón, recuperando -como mínimo y de forma inmediata- los horarios que se ofrecían hasta la declaración del estado de alarma, y trazando un mapa de rutas y frecuencias que preste la adecuada cobertura a todos los municipios de la Comunidad.

La pandemia ha supuesto un punto de inflexión para el Aragón rural y un renacer para pueblos que están recibiendo ofertas de nuevos habitantes decididos a teletrabajar en un entorno más apacible y seguro. No olvidemos que la vida y la economía de muchas localidades puede reactivarse si somos capaces de dotar a las pequeñas poblaciones de servicios básicos para ello, y el transporte es uno de los principales ejes para lograrlo. Tengámoslo en cuenta.

Santiago Ligros – Coordinador del Consejo Aragonés de Cámaras de Comercio.