Cada 5 de noviembre se conmemora el Día Internacional de las Personas Cuidadoras, esa figura a veces invisible que se dedica al cuidado de otros por motivos de edad, enfermedad, discapacidad o dependencia. En este día se valora y aplaude la extraordinaria labor y dedicación, muchas veces infravalorada, que realizan estas personas. Pero también es un día para reivindicar su reconocimiento, formación y obtención de todos esos derechos, de los que muchos cuidadores no disfrutan por el simple hecho de que la persona a la que dedican 8 o más horas cada día es su padre, madre, hijo o abuelo. Por ello las asociaciones reclaman una mayor protección fiscal, el reconocimiento por parte de la sociedad e instituciones de su trabajo, así como la prevención de enfermedades y patologías que sufren por el denominado «síndrome del cuidador». Los problemas más frecuentes de esta enfermedad suelen estar relacionados con la presión psicológica, falta de tiempo y cúmulo de tareas que conlleva que una persona dependa de ti prácticamente las 24 horas del día. Otro rasgo característico de los cuidadores es su género, ya que son las mujeres las que mayoritariamente se encargan de realizar este trabajo, aunque eso conlleve en muchas ocasiones abandonar su carrera profesional. Esta situación se hace más notable en el medio rural, en el que este soporte es principalmente familiar, ya que resulta más complicado lograr que un cuidador profesional se desplace a un pueblo. En el Bajo Aragón Histórico más de mil familias reciben apoyo a los cuidados. Son muchas las asociaciones como AFEDABA, ADABA o ASADICC e instituciones (comarcas) que dan respaldo y herramientas para todas las personas que tienen que hacerse cargo de familiares en el mundo rural. Precisamente son muchos los territorios que están apostando por la formación en atención sociosanitaria, como es el caso de las comarcas del Bajo Aragón y Bajo Martín, debido a la gran demanda de este perfil que hay a día de hoy, y que aumentará en las próximas décadas, ya que según la estimación de la OMS en el año 2050 habrá casi el doble de personas mayores en el planeta. Las instituciones públicas no pueden pasar por alto el creciente envejecimiento de la población, a la hora de elaborar los presupuestos, ni en la regulación sobre las personas cuidadoras no profesionales, deben darles una mayor protección social, mejorar sus condiciones laborales y fomentar el reconocimiento social del sector. Desde hace dos años la Ley de Dependencia reconoce que es el Estado el que paga la cotización de los cuidadores no profesionales, sin embargo el desconocimiento, la brecha digital y la falta de acompañamiento de las Administraciones ha impedido que la medida despliegue todos sus beneficios en el total de este sector.

Editorial.