Los alumnos de nuestro territorio celebraron ayer el Día Escolar de la Paz y la No Violencia saliendo a las plazas y patios de recreo para reivindicar el fin de las guerras. A través de actos simbólicos y manifiestos, los más jóvenes visibilizaron su preocupación por el dolor injusto que causan las contiendas bélicas, con especial atención a la guerra de Ucrania, de cuya invasión cumple el próximo 24 de febrero. Resulta preocupante la capacidad que ha tenido nuestra sociedad de mirar hacia otro lado para olvidar la dramática situación que afrontan casi ocho millones de refugiados, de los que más de 136.000 están en España. Según los datos de las propias ONG, unos tres mil se encontrarían en Aragón. Sólo en Andorra, donde han llegado varios contingentes gracias a los fletados por Forestalia, hay en torno a un centenar de personas, y prevén la llegada de 85 más. Muchas familias tratan de reagruparse y buscan una forma de vida que les permita seguir adelante después de ver destruidos sus propios pueblos, su patrimonio y el esfuerzo de toda una vida de construcción personal y social.

Hoy el periódico La COMARCA quería poner el foco sobre esta situación, con especial atención a los niños que han viajado hasta nuestra tierra acompañados de sus madres. Como los jóvenes que reivindicaron ayer la solución a los conflictos desde el diálogo y los acuerdos, estos ucranianos necesitan, además de cobijo, una educación que les aleje del odio y les permita convertir en rechazo a violencia toda la rabia, la frustración y el dolor que sienten en esta pesadilla. Resulta difícil prever cuándo podrán regresar a su país estos refugiados para recuperar una vida digna y con calidad de vida. En el transcurso de esos años, nuestros pueblos son una garantía de seguridad, estado de bienestar, empleo y progreso para todas estas personas. Urge una mayor coordinación para que puedan aprender nuestro idioma cuanto antes, integrarse y sentirse acogidos más allá de la tramitación especial con la que ya cuentan para su regularización.

Como reza la canción ‘Nadie se quede atrás’, creada por Salvador Berlanga hace 25 años para este Día de la Paz en el CRIET de Alcorisa, «Dibujaremos la sociedad civil, ven con nosotros hasta allí. No las queremos, ¡armas atrás! ¡Fuera la bomba nuclear! Un solo corazón, latidos a la vez. No hay otra vía, sube al tren» Estas palabras en 2023 son más acertadas que nunca y nos acercan a un conflicto en el que podemos apoyar a sus víctimas. Hay muchos más, sólo en Etiopía han muerto 600.000 personas desde 2021 en la guerra civil más cruenta del siglo XXI. Convendría tenerlo más presente.

Editorial.