El acontecido durante el pasado día 7 de septiembre durante el acto de presentación de las damas de Alcañiz ha hecho que me preguntase si el protocolo y las costumbres son algo que encorseta, merma nuestra naturalidad y autenticidad impidiéndonos innovar o, por el contrario, son normas con sentido y significado que enriquecen nuestra forma de proceder y mejoran nuestra comprensión de los actos de otra persona.


Con el objeto de aclararme y, siguiendo la regla de empezar por el principio, comencé a indagar sobre el significado de la palabra protocolo. Todas las acepciones que encontré me condujeron a varios términos reiterativos que son: norma, costumbre, autenticidad, comunicación y seguridad. Buceé en el análisis etimológico del vocablo. Protocolo viene del término latino Protocollum que a su vez procede del griego Prôtókollon. Y que es eso del Prôtokollon, dirán ustedes, pues no es más que la primera hoja de los rollos de pergamino que contenía el sello de autenticidad. Es decir, que si el Fulano de turno en la antigua Atenas quería enterarse de lo que decía Solón en el periódico local -Solón político griego precursor de la isonomía, o igualdad ante la ley, que Herodoto trascribe como democracia- debería comprobar el Prôtókollon del rollo que llevaba entre manos, para así poder llegar al ágora y tener la certeza de lo que comentaba con Zutano y Mengano. Por todo ello concluí que observar una serie de normas, usos y costumbres nos asegura, en muchas ocasiones, la autenticidad de nuestras actuaciones. Si ustedes no piensan lo mismo, les invito a contemplar lo que pasa cuando en un juicio no se sigue la liturgia legal, el reo sale libre por una falta en la forma, vamos un auténtico chollo.


Siendo esto así, y así entendido y aceptado por la gran mayoría, ¿Por qué se modificó el protocolo del acto? ¿Por qué no se siguió la costumbre de llamar a las damas que acudieron en representación de otros municipios? ¿Fue un error principiante o, por el contrario, subyace bajo este hecho una especie de ensimismamiento del nuevo equipo de gobierno en su propia grandeza? Sea como fuere, el resultado es el mismo, varios vecinos del municipio de Castelserás, a los cuales tengo el honor de representar como Alcalde, se sintieron molestos y en cierta manera menospreciados. Es por ellos, y por propio convencimiento que escribo estas líneas. Conviene recordar que nosotros, los «pueblos vecinos», contribuimos a la grandeza de la leal, muy leal y heroica ciudad de Alcañiz. Nuestros vecinos llenan las calles de esta gran ciudad, comprando en sus comercios, cenando en sus restaurantes, disfrutando en sus bares y es también por nosotros que Alcañiz tiene la suerte de poseer un Hospital comarcal que sin duda es un lujo para todos.


Conviene pues, recordar al Excelentísimo Alcalde de Alcañiz que, más que le pese, ya no está en la capital de España sino en la capital de la Comarca del Bajo Aragón y que sería una mala política vivir de espaldas a estos pequeños, aunque no por ello menos leales y heroicos, pueblos vecinos.

Oscar Soriano Jiménez
Alcalde de Castelserás