Dada la situación actual, donde se hace imposible realizar viajes de media o larga distancia y por consiguiente nos ha tocado rondar por las cercanías, es un privilegio poder cerciorarse de lo rica y variada que es nuestra tierra en muchos aspectos.

Uno de eso lugares es sin duda el Convento del Desierto de Calanda, confieso que no lo conocía y eso que en los últimos años he puesto bastante énfasis en conocer y explorar la provincia en general. Pero por unos u otros motivos, nunca había ido a parar ha dicho convento.

El mastodóntico edificio no deja indiferente, empezando por el trayecto que hay que seguir para llegar al mismo, bonitos parajes naturales se pueden contemplar por un camino que debiera ser mejorado en alguna de sus partes. Con un poco de imaginación, otro inmejorable lugar de rodaje, el edificio, sus paisajes y vistas y como no, Calanda, localidad de fama reputada que siempre merece la pena visitar, con su enjundia, historia, reminiscencias moriscas y un largo etcétera. Raro es, que el archiconocido programa de misterios que todos sabemos, no se haya personado en el sitio.

Dicho todo esto, debemos aclarar que el edificio forma parte de la interminable lista de patrimonio abandonado, en ruinas o dejado de la mano del Altísimo. Por desgracia un cuadro pintado con excesiva frecuencia en nuestra provincia.

Como me gusta decir siempre, el paradigma de la provincia de Teruel, son los restos de la nunca puesta en funcionamiento línea ferroviaria entre Teruel y Alcañiz, pero también un lugar como el convento sintetiza bien el abandono o empobrecimiento en muchos aspectos de la provincia.

No estoy abogando por una urgente restauración con una cláusula de obligatoriedad, pues consiente soy de la situación general. Además, si ni en tiempos de bonanza se hizo una apuesta por el sitio, menos ahora y eso que incluso alguien le pudo visualizar cierto potencial económico con una reconversión adecuada. Pero al menos sí que quiero reclamar, el derecho que tenemos de reivindicar esos lugares.

Es difícil ser conscientes de la magnitud y versatilidad del patrimonio de un país como España, hay países enteros cuyos vestigios más antiguos apenas los retrotraen a hace nada y aquí en España, se nos caen por lo montes edificios con siglos de historia. Y eso hay que reivindicarlo siempre para crear conciencia, pues sin una conciencia real, no habrá futuro para dicho patrimonio y no se podrá entender que merece la pena mantenerlo y mejorarlo, pero las casas hay que empezarlas desde los cimientos. Sin la labor didáctica correcta, siempre parecerá un tema menor el cuidado y protección de nuestro territorio y no lo es.

Siempre es un buen momento para acercarnos a nuestra historia cercana y también en estos momentos hay que aprovechar los espacios que nos regala la vida para desconectar, al menos un rato de la realidad sofocante de coronavirus, crisis, elecciones estadounidenses o la enturbiada política nacional.

Víctor Puch