Esta semana ha sido intensa. Lo pienso mientras me viene a la mente la imagen de las palmeras agonizantes de los jardines de la iglesia principal de Caspe. El picudo rojo ha hecho estragos entre las palmeras canarias de la población. Y ha sido relativamente rápido. Las altas columnas con hojas, que han tardado muchas décadas en alcanzar su porte se han visto desbaratadas en un abrir y cerrar de ojos por culpa de un agente diminuto, de un simple escarabajo del color del óxido de hierro, el Rhynchophorus ferrugineus, que se oculta bien, hasta que ha hecho el mal. Y entonces es demasiado tarde para reaccionar y evitar sus males.

Un bicho de color rojo, que como la mayoría de la fauna con esa tonalidad conlleva mucho peligro. De hecho no son pocas las especies de insectos, ranas altamente venenosas y reptiles que adoptan ese color como señal de peligro, como advertencia del veneno nocivo que por lo general contienen, para evitar que no pocos depredadores potenciales acaben con su existencia. Ya dicen que el que avisa no es traidor. Eso al menos hay que reconocérselo a la Madre Naturaleza: en ocasiones avisa de sus intenciones. Esta semana ha sido también una semana de despedidas. Se retira de la competición Jorge Lorenzo, el pentacampeón de motociclismo. Y lo hace con 32 años y por falta de motivación y cansancio. Confesaba el deportista que por una parte lo hacía con pena, con añoranza por la adrenalina previa a la carrera y el éxtasis tras la victoria; pero a la vez con alegría por el tiempo para su gente y para sí mismo.

Parecido ocurría con Albert Rivera, el líder de Ciudadanos. Su discurso de despedida me pareció desgarradoramente sincero, coherente y responsable. Asumió toda responsabilidad sobre el fracaso y no se atribuyó éxitos pasados en primera persona, pese a que también podría haberlo hecho. Fue un ejemplo.Igual de coherentes que el discurso de Rivera me parecieron las palabras de Pablo Casado cuando reconoció la valía de éste y el mucho mérito que había tenido en el pasado y en el presente. Ser de diferentes partidos no es impedimento para el respeto a la profesionalidad del otro. Eso dice mucho a favor de quien pronuncia esas palabras.

Sin embargo se me antojaron inapropiadas, cuando menos, las palabras de algún socialista y de Rufián ante la dimisión del presidente de Ciudadanos. Los rivales siempre se merecen un respeto, pero a Rivera no se lo mostraron. Ojalá tuvieran esa coherencia y ese respeto del barcelonés Albert Rivera otros políticos que un día dicen que pierden el sueño por un pacto, y al poco pactan con los que les quitaban el sueño y con quienes aseguraban por activa y por pasivas en múltiples entrevistas que no pactarían. Ahí está la hemeroteca, como testigo de tamañas incoherencias del que se ha convertido por derecho propio en el paradigma del político falso, nocivo, embustero y traidor.

Y entre retiradas y picudos rojos ha transcurrido otra semana mientras el invierno se sigue acercando. El invierno climatológico y el otro invierno, el que puede durar mucho más tiempo que los estrictos tres meses que marcan el ritmo de las estaciones. Se abre otro periodo de siete días. Parece que será una continuación, un «más de lo mismo». Estaremos atentos a lo que ocurra. Y entre tanto intentaremos sacar algún momento de paz. Intenten disfrutar de ella y hasta dentro de siete días, amigos.

Álvaro Clavero