No cabe duda alguna de que el Fondo de Inversiones de Teruel ha sido la principal herramienta para construir lo que hoy es la provincia turolense, todos sus proyectos estratégicos y la mayoría de las infraestructuras clave de los últimos años.Sin el FITE, el problema de calidad de vida y despoblación estaría siendo mucho más difícil de atajar, por no decir imposible. Pero cabe recordar que este fondo es compensatorio y se creó an 1992 como exigencia por otros recursos no percibidos por la provincia y única salida a una más que necesaria solidaridad interterritorial del Gobierno central. Así las cosas, los vaivenes de este fondo lo han situado hoy en día en una posición consolidada que deja fuera de todo debate su viabilidad. Asimismo, se ha ido mejorando considerablemente la fórmula de reparto de estos fondos (no hay que olvidar que hasta 2014 no fue en concurrencia competitiva en el caso de obras locales) Asimismo, se ha trabajado con acierto para flexibilizar los plazos de ejecución que, dado el retraso que este fondo conlleva, impedían ejecutarlo. De hecho, se está desbloqueando el de 2022 a finales de la anualidad. Hasta 2025 se podrán ejecutar proyectos, y la plurianualidad es uno de los logros recuperados más importantes. Asimismo, por primera vez el Gobierno de Aragón tiene capacidad de decidir la distribución y se ha contado con los agentes sociales, con los que se reunieron este mismo martes.

Sin embargo, vistas las partidas presupuestarias previstas, cabe llamar la atención sobre la forma en la que de nuevo la capital provincial absorbe buena parte de estos recursos. Casi veinte millones de adjudicación directa ya están previstos para Teruel (aeropuerto: 8,9 millones, Dinópolis, 2; Platea 2,5; Centro de Bioeconomía, 800.000; Museo Provincial de Teruel 2,8; COAM, 1 millón y residencia Luis Buñuel, 1 millón) a los que habrá que sumar otras partidas dedicadas a administraciones locales, infraestructuras y proyectos otros provinciales.

Es fundamental que el FITE, creado como herramienta de solidaridad interterritorial, mire con audacia hacia las comarcas con más necesidad de inversiones y proyectos, para la redistribución de una riqueza con un importante potencial todavía por explorar, con especial capacidad de ser eje tractor de proyectos a través de las otras dos principales ciudades de la provincia, Alcañiz y Andorra, y su entorno (Calanda, Alcorisa…); y mirando hacia comarcas con un importante potencial de desarrollo en el Bajo Aragón Histórico. Es preocupante que el FITE, con 60 millones anuales, no equilibre nuestro crecimiento.

Editorial.