En circunstancias como las actuales se entiende mejor que nunca el saludo de la gente de izquierdas durante la guerra civil de 1936: «Salud».

Tras más de un año con la pandemia de la Covid19 todos los ciudadanos del planeta tenemos claro que la salud («el estado en que el ser orgánico ejerce normalmente todas sus funciones») es la base para todo lo demás que concierne al ser humano. Sin ese estado de bienestar biológico todo lo demás se relativiza, hasta para los más poderosos.

«Salud y pesetas», se dice como saludo en algunos países hispanos, introduciendo en la ecuación vital las otras necesidades humanas a partir del dinero, que las puede lograr. Ese binomio dio origen a una canción de Juventino Rosas, de gran éxito en su momento. Apela igualmente a la salud y al dinero el dicho catalán «Salut i força al canut» entendiendo como ‘canuto’ el que llevaban los campesinos para meter el dinero.

Ahora estamos en un momento en que queda bien clara la importancia de la salud… y de la economía. De la búsqueda del equilibrio entre ellas -siendo necesarias las dos- vienen muchas de las discrepancias que se dan en el momento de afrontar y luchar contra la pandemia.

Nadie quiere enfermar, pero la existencia de un virus de transmisión aérea que se replica en cuando entra en un ser humano, que lo trasmite, nos hace vulnerables a todos, pues ahora la humanidad está en continuo desplazamiento y bien se ve lo difícil que es para el ser humano del siglo XXI estarse quieto en un entorno estable y reducido.

Si a eso le sumamos que, además de la Covid 19, somos máquinas orgánicas que fallamos por muchas partes, el abanico de perder la salud se amplía, y el cuidado de la misma cobra aún más importancia. Yo estoy ahora en uno de esos momentos.

Pero somos tan irracionales que no aplicamos la lógica, y pocos son los que hacen caso a la ciencia médica cuando les dicta normas para mantener la salud: higiene, no fumar, no engordar, no beber en demasía, etc. No hacemos caso, pero luego al enfermar exigimos a los médicos que nos restituyan a un estado de salud que nosotros mismos hemos ayudado a deteriorar.

Deberíamos dejar de ser aborregados y utilizar la razón, la lógica y el sentido común. Pero sin la asignatura de Filosofía en los planes de estudio, mucho me temo que va a ser difícil que nos demos cuenta de tal elemental reflexión.

La zona de Caspe sigue sin la construcción del que será hospital más cercano, el de Alcañiz; por otra parte nos quitan el tren, ese que acerca a los enfermos de la zona a hospitales de Zaragoza o Barcelona. Hablan de la España vaciada y habría que hablar de la España ‘que vacían’. Es hora de protestar por estas cosas (y dejar otras por las que se protesta amparados en la pugna política, en su debido lugar).

¡SALUD, SALUD, SALUD! y ¡TREN, TREN TREN!, que lo necesitamos también para mantener la salud.

Alejo Lorén