La idea del hombre blanco cómo salvador y civilizador de otros pueblos o países no salgo que se quedó en la época de la colonización. Esa prevalencia moral de los occidentales con respecto a otras culturas diferentes sigue estando presente de otro modo con simplemente ha ido cambiando a lo largo de las décadas. Leo estos días testimonios de exsoldados británicos y estadounidenses que después de 20 años de guerra luchando contra el terrorismo en Afganistán se sienten sobrecogidos por el dominio de los talibanes en este territorio asiático. Sienten que todo lo que han hecho no ha servido de nada, incluso algunos que perdieron sus piernas en vano en este conflicto.

Sin duda, sobre todo desde mi visión con mujer, me horroriza el régimen talibán y todo lo que implica, no solo para mi sexo, si no también para los hombres civiles afganos. Pero analizando fríamente la situación la continua injerencia de los países occidentales tanto en Oriente Medio y Próximo como en África solo ha llevado a agravar cada vez más su situación política y a no permitir a sus habitantes ser dueños de su propio destino, aunque esto implique una guerra. Llevando está idea al extremo, George Clooney apoyó la independencia de Sudán del Sur e incluso alquilo satélites para conocer a cada momento la posición del bando enemigo y luego asistió horrorizado a la masacre entre Dinka y Nuer en el país recién «liberado». Dos etnias que compartían el objetivo de la independencia, pero no muchos otros.

Lucía Peralta. Zorros y gazapos