La crisis sanitaria desatada a causa de la covid-19 ha provocado que casi todos los esfuerzos de las administraciones públicas se centren en la lucha contra la propagación del virus, así como en mitigar los efectos sociales económicos provocados por la pandemia.

Pero este absoluto annus horribilis comenzó con otro suceso de enorme calado, ya que a principios de 2020 la borrasca Gloria azotó las regiones del este peninsular con un fuerte temporal de nieve y lluvia que provocó importantes destrozos en buena parte de nuestro territorio.

Aunque han pasado más de seis meses, seguro que todavía en multitud de municipios siguen apreciándose con claridad los devastadores efectos de aquella tempestad, con decenas de infraestructuras dañadas o, incluso, derrumbadas por completo. Y no sólo en los núcleos urbanos, también los espacios naturales están todavía repletos de miles de árboles caídos y pendientes de ser retirados, en una época especialmente complicada por el alto riesgo para que se produzcan incendios forestales.

Pese a las múltiples visitas institucionales capitaneadas por el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y de la DGA, Javier Lambán, que se produjeron en los días posteriores al temporal, medio año más tarde sigue sin abrirse ninguna línea de ayudas para que las entidades locales puedan ir recuperando sus equipamientos. Ni se han convocado las anunciadas subvenciones estatales para paliar los daños causados por situaciones catastróficas, ni a nivel autonómico se ha llevado a cabo ninguna iniciativa específica. Ni siquiera se ha puesto a disposición una herramienta conjunta entre ambas administraciones como es el FITE y que, sin ser su cometido principal, sí podría contribuir en estas situaciones de emergencia.

Tampoco la Diputación de Teruel ha ejercido su cacareado papel de «ayuntamiento de ayuntamientos», y ni siquiera ha habilitado hasta la fecha ninguna partida para atender los múltiples gastos que ocasionó la borrasca en la gran mayoría de municipios de la provincia.

Por todo ello, y sumidos en esta sensación de absoluto olvido y abandono, desde el ámbito municipal no podemos dejar de alzar la voz reclamando esa necesaria colaboración y cooperación entre las diferentes administraciones para devolver a nuestros vecinos lo que Gloria les arrebató.

Aitor Clemente – GANAR Aguaviva