Miguel Caballú

Zunzunegui en la novela La Úlcera se inventó una enfermedad para que sus convecinos le perdonaran sus éxitos personales y profesionales. La gente le alababa el triunfo pensando que se compensaba con la úlcera.

Miguel Mihura cuando triunfaba en una comedia acudía al teatro cojeando y decían con razón literal «que mala pata, no va a poder salir al escenario a recibir aplausos». Sin ir más lejos, cuando ingresé para trabajar en el Ayuntamiento de Caspe, siglo muy, pero que muy pasado, el secretario que me trataba de usted me advirtió: tenga Vd. en cuenta que lo peor de Aragón es la envidia. Quizá sea la razón de que mucha gente de gran valía en la Universidad, en la Empresa, en el Arte, haya tenido que irse fuera de Aragón para triunfar profesionalmente. Creo que urge censar, unir y entrañar a los muchos bajoaragoneses que hay por el mundo, triunfando o sobreviviendo. Este periódico hace mucho por esta interacción mental. Un Consejo de paisanos en el exilio sería rentable, para aprender unos de otros sin envidias.

Es curioso que por estas tierras creemos envidiosos a los otros… La Bullonera lo cantó con tino y atino: «qué envidia nos tienen en todo Madrid, que no son tan nobles, ni burros, ni pobres como los de aquí».

¡Qué difícil es oír un elogio para un paisano! ¿Será la envidia? No está en el arquetipo bajoaragonés esta enfermedad de la envidia, no he leído cosas al respecto, pero si hablas con la gente tanto el término como el concepto o la lacra, suele salir a colación. La alabanza a los que vienen de fuera es más generosa que el reconocimiento al trabajo de los propios ¿será por eso? La escasa generosidad para reconocer méritos, para felicitar, para alegrarse públicamente de los éxitos de los paisanos. ¿Será que en el ADN hay un poquito de freno o resquemor? Alberto Belloch (H.A. 26-2-17) quien fuera alcalde de Zaragoza y Biministro, decía «La envida en Zaragoza adquiere rasgos notables. El que no hace nada sobrevive de forma perfecta, pero el que hace algo es criticado en proporción directa a la importancia de lo que ha hecho». A ver si va a tener razón la gente: Si la envida fuera tiña ¡cuántos tiñosos habría!