07 y que no concluyó hasta 9 días después, aquella aciaga tarde del día 14. Volver la vista atrás deja un camino sembrado de dudas, de lamentos; deja un año entero de dolor y de llanto para los familiares de José Luis, de Víctor y de Tote, las tres víctimas de aquel miserable asesino que vivió y delinquió a sus anchas con la más absoluta de las impunidades.

De estos 12 meses sacamos tres lecciones de vida; la del amor de unos amigos que no se han resignado, que han mantenido viva la memoria de José Luis Iranzo, que no han dejado de gritar contra una injusticia que podía haberse evitado, que han mantenido viva la llama de su recuerdo; la de una sociedad, la bajoaragonesa, que ha hecho causa común contra está tragedia, que ha seguido adelante sin fisuras y sin permitir que nadie manchase con sus manos y sus aspiraciones lo que era, es y será una lucha colectiva que no entiende de colores políticos; y finalmente la lección que nos ha dado a diario Eva Febrero, por su coraje, por su entereza y por su firmeza a la hora de reivindicar a la figura de su esposo y de aquellos dos guardias que jamás debieron haber perecido de aquella manera. Tres lecciones que nos enseñan y que nos marcan un camino a seguir, el de buscar la verdad y el de exigir la justicia sin desfallecer, sin bajar los brazos. Ni el dolor de esas ausencias ha hecho mella en su reivindicación, ni mucho menos lo ha hecho el paso del tiempo.

Y ante todos ellos, ante todos nosotros, ante una tierra que vivió sus días más angustiosos y sus horas más terribles hace un año, nadie ha dado la cara. Nadie ha asumido una sola responsabilidad por aquel ineficaz e insuficiente «dispositivo», y mucho menos ha habido una sólo cargo con mando en aquellos días que haya tenido la hombría y la decencia de pedir perdón; de mirar a la cara de familiares y amigos y asumir la responsabilidad con lo acontecido, para acto seguido pedir perdón y dimitir. Así que por ellos, por José Luis, por Víctor y por Tote, por sus amigos, por su familia y por el inmenso vacío que dejan, ni olvidamos, ni nos resignamos, ni se puede perdonar.