Para mi documental «Caspe de Sol a Sol» Miguel Caballú escribió: «Fue Caspe un pueblo de casas apiñadas con puertas abiertas; fueron sus barrios sinfonía de balcones, antañones aleros, encaladas fachadas…»

Es verdad que a la mayoría de las apiñadas casas de Caspe —estrechas de fachada— no les falta un balcón en cada piso, ademas del alero en lo alto.

Los balcones (y ventanas) se han hecho populares y fundamentales desde Marzo, cuando comenzamos a estar confinados en nuestras casas para prevenirnos del contagio de la Covid19. Estos días quien tiene un balcón en casa tiene un pequeño tesoro: por él ve la calle, la plaza o el patio, y a través del mismo puede recibir la luz del Sol.

Los balcones de Caspe no han ido a la zaga en la importancia que han tomado en estos aciagos días. Sobre todo desde que a alguien se le ocurrió la idea de proponer subir a una pagina de Internet fotografías tomadas desde ellos (o desde sus compañeras, las ventanas). A su vez al fotógrafo Manuel Herrero se le ocurrió salir a la calle (con las precauciones debidas y la anuencia de la autoridad) a hacer fotos de la gente en sus balcones, ventanas y tribunas. Se está formado así, a lo largo de todos estos días, una colección de imágenes de variados paisajes y retratos familiares que, con el tiempo, serán testimonio inestimable de estos días de terrible crisis sanitaria y social.

Yo estoy pasando el confinamiento en soledad, en Madrid, y no tengo balcones, sólo ventanas. Para sentirme más unido a mi pueblo miro con envidia los de mi pueblo a través de esa página, titulada Balcones de Caspe. A través de ella lo veo con una perspectiva diferente a la que tengo en la memoria, y me es agradable constatar las modernas casas y edificios en los que, por lo general, habitan las familias caspolinas. Por otro lado constato —o al menos tengo esa sensación— que en el casco viejo casi solo viven familias inmigrantes, reacias a salir en fotografías; algo, por otro lado nada extraño en las viejas poblaciones que cuentan con un ensanche moderno.

En Madrid el aspecto que presentan los balcones es muy diferente según se trate de barriadas populares o de las calles del centro. Estas tienen balcones de oficinas y negocios y no presentan vitalidad, mientras que los barrios tienen balcones que son escenario de las ganas de vivir y de la imaginación de sus moradores, con canciones, letreros y originales o divertidas ocurrencias.

En las calles vacías, casi solo se ven —y da mucha tristeza— a personas indigentes, que al no tener una vivienda siguen en la que han hecho suya, la calle. También hay ancianas con el carro de la compra que parecen no querer perder sus costumbres o que están solas; y trabajadores de la construcción reparando locales, aceras y viales. Todo lo ha puesto patas arriba el coronavirus; y lo peor es que no sabemos por cuanto tiempo. Mientras tanto debemos seguir en casa, cantando, leyendo, viendo películas o televisión. Aplaudiendo a las ocho de la tarde a los que trabajan para todos y tomando fotos de lo que se atisba desde casa.

Tiempo vendrá en que serán un testimonio y un recuerdo.

Alejo Lorén