Sorprendido decía el alcalde de Maella que estaba tras la protesta de temporeros, algo que nunca había sucedido según dicen. Igual es un muy buen alcalde, pero a mí sí me sorprende que le sorprenda, porque si a estas alturas, hay gente que no sabe de las paupérrimas condiciones que tienen muchos de los que trabajan en esas fincas, o es un inocente o nunca se ha preocupado de la situación de dichos trabajadores o tal vez le apetece jugar al avestruz…

Imaginemos a qué límite habían debido llegar estos trabajadores para movilizarse. Trabajadores, que son un eslabón tremendamente débil, muchos inmigrantes, mujeres, pobres, gente que vive al límite y necesita como sea el salario fruto de su trabajo y cuando digo como sea, me refiero a aguantar todo lo aguantable, hasta que no han debido poder más. Cuando uno escucha cosas como lo de los cubos en el cuello con más de 30 kilos, se pregunta si lo ha probado al que se le ha ocurrido la idea. Dudo que lo aguante y dudo que se le ocurriera hacer trabajar de ese modo a alguien por el que sienta un mínimo respeto. Por todo ese cúmulo de miedo y necesidad no ha habido una protesta hasta ahora, por eso, no porque las condiciones sean maravillosas y la ley se cumpla o porque la inspección de trabajo este muy pendiente (la Bin Laden de las inspecciones la llaman, pues pocos la han visto) aunque al menos parece que esto ha servido para que espabilen un poco.

Y ante estas situaciones me pregunto, ¿dónde están los políticos de la zona? Seguro que alguno nos habrá deleitado estos meses con discursos de las elecciones de Madrid o hablando de traiciones y no sé qué más de Pedro Sánchez y compañía, pero de lo que pasa con estas personas pocas ganas de hablar tienen. Alguno igual nos dice que han sido incitados por los bolivarianos o vete a saber, que esto funciona así, quitando la mirada a realidades que nos deberían avergonzar a todos. Seres humanos hacinados, como el año pasado, con sus consecuentes brotes de COVID o como cuando se mercadeaba con personas en las plazas de algún pueblo. Luego lo veremos en la tele, que pasa en Huelva o Almería y diremos «vaya vergüenza» mientras corremos la cortina, para no ver lo que tenemos delante.

Sabemos que hay muchísimos problemas que requieren de cambios en el sector primario, los precios, las ayudas, muchos temas, pero nada de eso es óbice, para que se socaven los derechos de los trabajadores. Todo el mundo, incluidas muchas empresas agrícolas, están haciendo un gran esfuerzo desde hace mucho, por ser legales y dignas, esfuerzo loable, pero hay otras que no, y si alguno no ha evolucionado que se lo haga mirar y si no se lo quiere mirar, que lo mire la ley, porque esto pasa como el maltrato animal, que hasta que no se llegue a meter entre rejas a los que hacen estas cosas, todo seguirá igual.

Víctor Puch. Sal en la herida