No soy un gato, ni un «misino».  Soy una militante del Partido Aragonés con afán y deseo de mejorar la sociedad en la que vivo, que está profundamente preocupada por el funcionamiento interno del partido y por las decisiones que se toman en nombre de los afiliados.  Mi motivación para trabajar, tanto en los órganos del partido como en las instituciones en las que represento sus intereses, son mis convicciones políticas, no mis afanes personales.  No es necesario que mi presidente, Arturo Aliaga, falte al respeto, minusvalore o humille a quienes siendo parte del partido no piensan como él, para defender sus argumentos.  Yo, por lo menos, trataré de no hacer lo mismo, ni con quienes piensen como él, ni con quienes pensando diferente a él, piensan también diferente a mí.    

Dice mi presidente que su principal preocupación es trabajar por los aragoneses, por los alcaldes, por el FITE y por los proyectos estratégicos de nuestra tierra, pero no hacían falta alforjas, para ese viaje.  Esa tarea ya la realizaba desde que fue nombrado Consejero del Gobierno de Aragón algunos años antes de afiliarse al Partido Aragonés.  Yo pienso que ejercer de Presidente de un partido no es, exclusivamente, eso, y creo que Arturo Aliaga no se está esforzando en realizar sus tareas orgánicas en la dirección que el partido necesita, desde que fue elegido con mi voto a favor, aquel 6 de junio de 2015. Estuve en primera línea entonces, apoyándole en nuestras primeras elecciones primarias, como parte de un proceso de transformación, similar al que otros partidos estaban realizando, y que la sociedad demandaba.  Pero hace ya mucho tiempo que el impulso transformador del aragonesismo quedó ahogado, escondido o camuflado en unos órganos de partido anquilosados e ineficientes, más propios de la época a la que pretendían suceder, que del futuro que Aragón necesita y mucho me temo que el camino elegido no sea el más adecuado para presentarnos a unas elecciones.

«No levantemos telones de acero, ni muros de Berlín» dijo refiriéndose a la política autonómica, en su primer discurso como Presidente del Partido Aragonés, la misma persona que ahora llama «misinos», e incluso pide que se den de baja, a quienes piensan distinto y le piden que gestione mejor su propio partido, para evitar futuras debacles electorales.  No sé si los gatos somos cuatro o cuatro mil, ni me importa.  Soy aragonesista y quiero que el proceso de transformación que comenzó en 2015 culmine, convirtiendo al Partido Aragonés en referente de nuestra comunidad, con estructuras cristalinas como el agua que baja de los Pirineos, un partido ágil, innovador, capaz de competir en todas las elecciones, con contrapesos de poder que favorezcan relevos normales y el acceso fluido y justo a sus órganos de gobierno de todos los militantes, y que expulse a quienes confundan su patrimonio personal con la función pública o no puedan justificarlo debidamente.  Un partido con un boletín donde se explique a los militantes qué funciones desempeñan sus cargos, qué decisiones toman y por qué. Lo volveré a repetir, por si todavía alguien alberga alguna duda; soy Berta Zapater, militante del Partido Aragonés y Diputada Provincial en Teruel, quiero mejorar el Partido Aragonés y discrepo de gran parte de las decisiones y actuaciones que la actual dirección ha tomado desde 2015.  No soy un gato, y quienes piensan como yo, tampoco.

Berta Zapater – Concejal del Ayuntamiento de Alcañiz – Portavoz del PAR en la DPT