La teoría de partículas demuestra que los individuos que se comportan de manera aleatoria e impredecible pueden llegar a afectar al sistema en su conjunto, es decir a la muchedumbre. El llamado «movimiento browniano», teoría que explica el movimiento de las partículas, sugiere que debemos observar los acontecimientos a menor escala para comprender el cómo y el porqué de los cambios que se producen. La aleatoriedad de los individuos sometidos a una determinada dinámica agresiva puede dar paso a un patrón inesperado. Que, gracias a la segunda ley de Newton (fuerza=masa x aceleración) nos permite comprender la nefasta aparición del vandalismo a gran escala: por ejemplo, la brutal celebración del último día de las Fiestas de la Merced en Barcelona. La barbarie es igual a una masa de individuos con la fuerza destructiva acelerada por unos pocos tarados. Y en menor escala, las gamberradas que se producen en ciudades pequeñas o en pueblos.

Basta un tanto por ciento casi ridículo, un 1 o 2%, de tarados (lo son en un amplio espectro, desde la psicopatología hasta los de signo político o socioeconómico) sumergidos en un fluido compuesto de muchedumbre + alcohol+ permisividad indirecta + vecinos asustados que esconden la cabeza para no ser puestos en la picota de las redes del chismorreo vecinal (en los pueblos), para observar la eficaz pertinencia de la teoría de partículas. La taradofilia se expande como un virus o como unas partículas aleatorias que van generando movimientos masivos y contagian su feroz agresividad a personas generalmente moderadas. Esos sujetos podrían detectarse con un buen algoritmo aplicado a las filmaciones de los actos vandálicos. Allí se detectarían los pocos pero eficaces tarados que inician actos bárbaros, gratuitos, innecesarios que, precisamente por esas características, activan el pequeño núcleo de salvajismo que los humanos llevamos dentro y que raramente dejamos emerger.

Un colega se lamenta: «No sé si somos del todo conscientes de la gravedad de haber asumido que no actuar (dicen que para evitar males mayores) es la mejor manera de actuar en estos casos». Pues no. Con nuestra tecnología, deberíamos aplicar la teoría de partículas a una busca de los elementos que generan y precipitan el vandalismo. Eso en las grandes ciudades. En los pueblos, terminar con la falsedad de una «solidaridad» mal entendida entre vecinos. Siempre se acaba reconociendo al vándalo que complica la vida a la comunidad.

Alberto Díaz Rueda. LOGOI