Cuando hace unos años surgió el lema «Teruel si existe» provocó reacciones muy positivas, aumentando notablemente la identidad de pertenencia a un lugar casi siempre ignorado y olvidado por la mayoría de las instituciones y dirigentes políticos de todos los signos.

Esta plataforma sintonizaba perfectamente con el sentir de todos los que amamos esta tierra, y nos hacía sentir que también podemos ser importantes.

Han pasado los años y la situación de nuestra provincia y nuestros pueblos no parece que haya mejorado sino más bien lo contrario.

La despoblación continúa sin interrupción su lenta agonía a pasos agigantados, sin que veamos un horizonte esperanzador.

¿Qué sucede? ¿Por qué las instituciones nos tratan tan mal? Tenemos una Autonomía, pero de un centralismo tan acentuado como cuando exigíamos a Madrid la descentralización del poder político pidiendo a gritos el Estatuto de Autonomía, que debía ser la herramienta para tener la capacidad de decidir, gestionar y desarrollar nuestro territorio.

¿Que es lo que ha sucedido?

Lamentablemente han pasado ya muchos años de gobierno autonómico y solo podemos decir y afirmar que continua existiendo un centralismo, pero en este caso dentro de casa.

Podemos apreciar como la capital, Zaragoza, ha sufrido cambios importantes, derivados de los grandes recursos que se han destinado a hacer esta transformación digna de elogio y de la que, como aragoneses, nos sentimos orgullosos.

De lo que no podemos sentirnos orgullosos es del abandono más absoluto de nuestras instituciones incapaces de en todos estos años haber planificado y llevado a cabo planes concretos orientados a la despoblación de muchos, muchos pueblos de Aragón.

¿Por qué este ostracismo? ¿Es por una falta de capacidad de nuestros políticos? ¿O simplemente es un desprecio por las gentes de los pueblos? Es posible que sea la suma de ambas cosas.

Sin duda que es necesaria una regeneración de ideas, y tal vez de líderes con perfiles diferentes donde el discurso político pase a un segundo o tercer plano, para que en primer lugar primen las habilidades de las competencias en la gestión muy por encima de las ideas ya conocidas y agotadas. Este es el camino que puede darnos una oportunidad para desarrollar planes para atraer empresas, como el único medio de consolidar el asentamiento y fijación de la población.

Pero para lograr esto hay que ponerse a trabajar de una manera coordinada, rigurosa y con profesionalidad, y, claro, esto puede resultar un poco complicado si no tenemos políticos profesionales con perfiles y sobre todo con capacidades para cuanto exige una gestión de estas características.

En estos momentos políticamente estamos viviendo un momento convulso, pero sin duda debemos vivirlo también como una oportunidad de supervivencia y de vida para nuestros pueblos , logrando la implantación de empresas en nuestras comarcas.

Así que ojalá alguien tenga narices para recoger este desafío.

¿Hay alguien?