Resultó imposible disimular el cabreo generalizado que sentimos toda la ciudadanía cuando constatamos que el 10N habría repetición electoral. A la rabia, el descontento y la decepción había que sumar la desafección hacia los partidos políticos; frente a la lección de democracia que dió la ciudadanía acudiendo a votar masivamente el veintiocho de abril, los partidos no supieron estar a la altura.

Es difícil saber con certeza cuáles fueron los motivos del no acuerdo si nuestras vías de información se limitan a las noticias que aparecen en los medios de comunicación, imposible culpabilizar solo a uno, cuando todos culpan al contrario.

Lo único que sabemos con certeza es que el próximo diez de noviembre los ciudadanos tendremos que votar. Y, ahora también, que el PSOE no quería pactar con Unidas Podemos.
De ser su socio preferente, a rechazar una coalición; de aprovecharse de las medidas sociales de Podemos, a vetar a su Secretario General; de aceptar figuras relevantes en puestos intermedios, a ofrecer Ministerios sin contenido; de ofrecer una Vicepresidencia, al no dormir tranquilo. Aunque hoy sabemos que lo que de verdad le quitaba el sueño era no incomodar a la CEOE.

Cuando Sanchez llegó a la presidencia del Gobierno tras ganar la moción de censura apoyado por Unidas Podemos -y no está de menos recordar aquí que Rajoy mantuvo su sillón gracias a la abstención del partido socialista- este, desempolvo la chaqueta de pana para envolverse de nuevo con una pátina de izquierda que dan 140 años de pedigrí, pero ahora renovado y progresista, y dispuesto a negociar con esos chicos tan majos que le hicieron Presidente.

Y se negociaron los Presupuestos más sociales que en años había tenido este país, se consiguió una subida del SMI a 900 €, el 21% el mayor aumento en ocho años, permisos de paternidad y maternidad iguales e intransferibles, aumento de más de 500 millones en la dependencia, regular el precio de las viviendas de alquiler, reformar las cotizaciones para los autónomos para vincularlos a unos ingresos reales. Solo algunas de estas medidas pudieron ponerse en marcha porque estos presupuestos no salieron adelante y había que convocar elecciones, continuar con unos presupuestos prorrogados ni se lo planteó, y en esas estamos ahora, con los presupuestos elaborados por Montoro en 2015, los presupuestos que más desigualdad han generado en España.

Tras una moción de censura, un cambio de Presidente, unos presupuestos fallidos, unas elecciones en abril sin acuerdo de gobierno y otras a la vista, Sánchez ha hecho que pase…..el tiempo. Ha modelado el tiempo y el mensaje para ofrecerse como única alternativa, primero como izquierda progresista al amparo de Unidas Podemos, y ahora ofreciendo a PP y a C,s pactar con ellos la reforma de las pensiones para asegurarse un gobierno. Al final el tiempo, pone a cada uno en su sitio, y nos abre los ojos al resto.

Y de nuevo tenemos que votar, desde el desánimo y el cabreo que nos produjo la repetición electoral, desde la inquietud que nos puede generar ese abanico de partidos y esas coaliciones que nos dejan perplejas en muchas ocasiones, o esos ciudadanos que deciden dar un paso adelante y presentarse por su cuenta porque durante años nuestro territorio no fue prioridad para nadie; incluso desde el reconocimiento de los propios errores cometidos (hay que ver la paja y la viga) hay que seguir, porque estamos muy lejos de revertir los recortes que desmantelaron los servicios públicos, porque aunque no llenen titulares los desahucios siguen dejando a la gente sin casa, porque las violencias machistas siguen matando mujeres por el hecho de ser mujeres, porque las razones siguen intactas.

Marta Prades – Diputada de Podemos en las Cortes de Aragón