El Partido Aragonés no está acabado, pero es endeble; está decaído y aislado- no participar en las elecciones generales es un síntoma- en el cada día más complejo y confuso mundo de la política aragonesa. A lo largo de más de 40 años, en cada convulsión del entramado electoral, el PAR perdía fuerza: Hoy, con tres escasos diputados en las Cortes de Aragón- llegó a tener 19-, ningún concejal en la ciudad de Zaragoza- llegó a tener 8-, ni en Huesca – donde tuvo alcalde-, y con muchos municipios importantes con escasa o nula representación, es hora de tocar a rebato. No podemos conformarnos con que algunas personas del PAR-no son todas-,ocupen posiciones importantes en el gobierno de Aragón y en dos de las tres diputaciones provinciales. Posiciones que siendo el resultado de una inteligente negociación política, que sería necesario explicar mejor, no son suficientes para lograr la recuperación del partido, si no se consigue motivar a los militantes y simpatizantes del PAR para que, a cambio de nada(como siempre), se esfuercen más en pro del partido, participen en sus actividades, estén orgullosos de ser del PAR y lo pregonen por todos los pueblos, ciudades y comarcas de Aragón.          

A lo largo de 40 años, miles de militantes y simpatizantes del PAR formaron parte de sus candidaturas electorales, hicieron campaña por Aragón llenando, por ejemplo, la plaza de toros de Zaragoza, y transmitieron-cada uno a su manera- el mensaje del PAR de siempre. De recuperar a los que se marcharon -con alguna excepción-, animar y reunir a los que se quedaron y seducir con nuevas ideas a los que nos ignoran porque no nos conocen, sobre todo los jóvenes, de eso se trata hoy.

Las miserias y las grandezas de la política las hemos sufrido y gozado en el PAR desde su fundación. Hemos cometido muchos errores; algunos que creíamos amigos,nos han traicionado y abandonado con razones más o menos justificadas- ellos las sabrán-; hemos sufrido las tarascadas que da la actividad política, hagas lo que hagas y en cualquier lugar en que te halles; nos han incumplido acuerdos firmados y sin firmar; no hemos podido o sabido explicar algunas decisiones importantes y controvertidas; el nuevo panorama político, con nuevos partidos, nos iba estrechando el margen y acotando el espacio; hemos tenido enemigos, no solo rivales, a diestra y siniestra- aún nos quedan-; a pesar de todo, siempre hemos intentado sacar la cabeza aplicando la fórmula que mejor conocemos: la política es el arte de llegar a acuerdos en beneficio de la mayoría. La política sin pactos no es política. Es frentismo.

Y la mayoría era y es el pueblo aragonés. Nunca fuimos, como quería Hipólito, el partido general de Aragón, pero hemos trabajado por los aragoneses mucho más que otros con más fuerza y presencia política. Porque el mensaje del PAR, modernizado en lo que sea necesario; explicado con entusiasmo- utilizando los medios que las nuevas tecnologías ponen a nuestra disposición-; transmitido a cada aragonés personalmente a través de los hombres y mujeres del PAR; el mensaje del PAR, digo, no tiene parangón con ningún otro de ningún partido. Que más se puede pedir a un partido que reúne en su programa ideológico, en plenitud y sin limitaciones, las ideas de Aragón y España; Estatuto y Constitución; moderación y tolerancia; pacto; el centro como lugar de encuentro; el aragonesismo hasta sus últimas consecuencias; hacer país sin reblar. Un partido que debería empezar por recordar a los aragoneses y a muchos olvidadizos de los nuestros, que el PAR, en la construcción del Aragón de hoy, ha tenido una participación determinante. Aunque muchos quieran olvidarlo para no reconocerlo.

Hoy, el partido que se dejó la piel por esta tierra, porque no tiene otra, está en un apuro. Reconocerlo así es la primera condición para dar con la solución. La segunda es convencersede queel tiempo bien utilizado será el remedio a nuestros males. Disponemos de cuatro años para preparar y ejecutar, en concordancia con el interés de Aragón, el plan que lleve al PAR al futuro. En ese plan, ni los que fuimos responsables en el pasado- con nuestros errores-, ni muchos de los que están hoy en puestos de responsabilidad, representan la solución de mañana.

Tenemos cuatro años por delante para refundir ( no he dicho refundar) el metal del PAR; olvidar las viejas rencillas; reunir a los «pródigos» que quieran volver- en el PAR no sobra nadie-; dejar brotar libremente las viejas y nuevas ideas, que se enriquecerán mutuamente; recorrer Aragón con el sentido que da la política con mayúsculas; hablar con las gentes de esta tierra; buscar a los nuevos líderes del partido con generosidad, sin egoísmos personales; explicar cada decisión que se adopte y llenar de argumentos los foros, tertulias, medios de comunicación, y cualquier lugar donde se reúnan al menos un par de personas que quieran escuchar lo que el PAR fue y lo que quiere volver a ser.

En definitiva, volver a nacer si fuera necesario. Aragón no puede perder al Partido Aragonés.

No se trata de refundar nada. Los cimientos del partido son los de siempre. Por eso hablo de renacimiento y no de refundación. El PAR solo puede tener un fundador, si quiere seguir viviendo una larga y continuada historia.

En términos clásicos, para renacer- o resucitar- es necesario insuflar a lo material un alma espiritual. Es el alma del PAR la que tenemos que volver a encontrar entre todos, antes del próximo congreso. Un congreso en el que habrá que elegir a las personas-mujeres y hombres, ¿por este orden? – más dotadas de energía y perspectiva, y a poder ser poco acomodaticias. Los equipos y los líderes que harán posible el renacimiento del PAR en la primavera de 2023. Dividamos, pues, el tiempo hasta esa fecha en dos etapas iguales y hagamos nuestro trabajo. Y no tema el PAR estar solo:«Los árboles solitarios, si logran crecer, lo hacen con vigor». Al final, uno a uno, volverá aformar el bosque que fue hace tiempo.

Si cada responsable político en el territorio – alcaldes, concejales, consejeros comarcales, diputados y parlamentarios-, se deja en cuatro años un juego de neumáticos por las carreteras de Aragón, haciendo país y haciendo partido (candidaturas y nuevos militantes), el éxito está garantizado. Lo sé por experiencia vivida.

Ahora solo falta recuperar el sentido del humor colectivo y ponerse a la faena. Y algo muy importante en este momento: que nadie se irrite por lo que aquí he escrito.

José Ángel Biel