Tras un verano más que insólito, en el que algunos planes se han cancelado, varios viajes se han desvanecido en la fase de su planificación y muchos eventos -como las bodas- han tenido que ser pospuestos para tiempos mejores, afrontamos la llegada del otoño con cierta incertidumbre.
Incertidumbre por el cambio brusco que se puede producir de un día para otro. En estos momentos, nos estamos acostumbrando a frases como «otra aula ha sido cerrada porque un niño ha dado positivo» o «este establecimiento permanecerá clausurado hasta que se puedan asegurar las medidas de seguridad sanitarias». Ya no nos resulta ajeno el que algún compañero de trabajo permanezca en cuarentena tras estar en contacto con otra persona positiva, ni tampoco que en las empresas donde se puede realizar, se haya apostado por soluciones como el teletrabajo para intentar reducir, lo máximo posible, las posibilidades de contagio. Ahora para realizar la compra en el supermercado, tenemos que extremar precauciones y seguir unas medidas que hace unos meses nos parecerían, lo mínimo, sorprendentes.

A pesar de todo esto, se siguen viendo actitudes imprudentes. No dejan de repetirnos en los medios de comunicación que, en muchas ocasiones, el momento del contagio se produce en esas reuniones de amigos y familiares donde se baja la guardia con el uso de la mascarilla. Nos sentimos más cómodos y falsamente «a salvo», y, entonces, nos relajamos.

Sin embargo, en estas situaciones, debemos seguir pensando que el peligro continúa ahí, que a lo mejor no solo depende de uno mismo, pero que todo suma. Está bien salir a tomar algo, pero también lo está el permanecer en casa si no hay necesidad… Pero, sobre todo, hay que ser solidarios y no salir a la calle si se está esperando el resultado de una prueba o hay un (posible) positivo en el mismo domicilio.

En estos días, no puedo evitar dejar de pensar en Andorra, mi pueblo. El municipio comienza su tercera semana confinado y se han tenido que incrementar las medidas de control para evitar que crezcan los contagios. Por favor, mucha prudencia y responsabilidad colectiva, pero también individual porque, aunque sea pequeño, todo gesto cuenta.

Eva Bielsa