Comienza legislatura, se instala un nuevo equipo de Gobierno con pactos, acuerdos o «apaños varios» en cualquiera de las instituciones y… ¡venga! A analizar todo lo mal que lo han hecho los anteriores.

Curiosamente se distribuyen cargos, se reparten despachos y en las primeras ruedas de prensa y entrevistas, no se duda en confirmar todo lo «mal» que lo han hecho los anteriores; en algún caso, incluso, habiendo gobernado los compañeros del mismo partido.

Esto duele, aún entendiendo que lo bien hecho ahí queda. Sorprendentemente se olvida y suele ser bastante, comparado a los errores que por un motivo u otro siempre se cometen.
Se está poniendo de moda con demasiada frecuencia descartar la buena labor, el trabajo y los frutos del mismo, venga de donde venga.

La política eficaz, buena y de consensos se está terminando; ya no importa la gente que lucha por los suyos y por su territori;, ya no importa quién mira por todos y cada uno de los municipios sin distinguir color. En definitiva, ya no importan los y las que dieron y están dispuestos a dar todo por sacar adelante las instituciones que miman, protegen y velan por todos y cada uno de lo rincones de su territorio.

Es preocupante que se pierda gran parte del tiempo en la crítica del pasado sin pensar en el futuro al que tanta falta le hace esa atención que no se le presta.

También es preocupante que las instituciones importantes de Teruel se gobiernen desde la capital aragonesa fruto de ese pacto global y amoldando lo que hace un año se defendia como inprescindible sin analizar si quiera si es bueno o malo para la provincia. Esto también motiva la crítica a los anteriores como refugio de males actuales (insisto, aún que se gobernara con ellos).

Lo más fácil es refugiarse en los males ajenos, aprovechar en silencio herencias rentables y pasar cuatro años haciendo política a la medida pero inviable en la realidad.

Afortunadamente, sigue habiendo políticos en esta provincia jóvenes, sanos, con ideas nuevas y todavía recuperables… con ganas de futuro.

En fin, tal vez un cambio de chip y, tomando nota de lo que se hacía bien, velando por los intereses de la provincia y olvidando colores, protagonismos y promociones personales basadas en las críticas; podríamos hablar de un futuro más alentador, sumando lo de unos, lo de otros , lo de antes y lo de ahora, porque «todo no se haría tan mal».

Ramón Millán – Alcalde de Castellote