Hartas, muy hartas. Las mujeres estamos hartas de seguir soportando la violencia, en ocasiones explícita, y en otras no tanto, que nos infringe una sociedad a la que todavía le cuesta deshacerse de esos resquicios machistas considerados como normales. Es aterrador levantarse por la mañana preguntándonos si ese día tendremos que lamentar la muerte de una de nosotras a manos de quien un día dijo quererla. Indudablemente, todos afirmamos estar en contra de la violencia física, pero, ¿y la verbal? Porque los micromachismos, que en su mayoría pasan prácticamente inadvertidos, son el origen de lo que puede desembocar en maltrato físico. Veamos algunos ejemplos de comentarios que responden a comportamientos misóginos. Los maridos o compañeros no ayudan en las tareas del hogar ni en el cuidado de los hijos, sino que cumplen con su obligación (aquellos que la cumplen, claro); a la mujer no hay que protegerla ni enseñarle a defenderse, sino que debemos educar a los hombres a no agredir y a gestionar mejor sus emociones, porque siempre se les ha inculcado la pelea como medio para resolver sus problemas; los hombres fuertes también lloran; dejemos de valorar lo tradicionalmente considerado femenino como algo inferior o ridículo, como es caso del color rosa o los cantantes que tanto gustan a las jóvenes adolescentes (ya que admirar desmesuradamente a un futbolista puede resultar igual de patético); las mujeres no conducimos peor, y ahí están los estudios de la DGT; las niñas ya no quieren ser princesas, así que ya es hora de cambiar los cuentos; cuando un hombre va con el torso desnudo o se mete en medio de un tumulto de gente (en referencia a los sucesos acontecidos en fiestas populares), no teme ser manoseado por mujeres desconocidas, entonces ¿por qué nosotras sí? Y, por supuesto, debemos modificar cierto vocabulario y expresiones que todavía hoy se siguen utilizando. Si estamos enfadadas no significa que tengamos la regla; no nos gustan las actitudes paternalistas; no nos lances piropos por la calle, que no nos importa tu opinión; si decimos NO, es NO, así que no insistas; la literatura y el cine hecho por mujeres no es sólo para mujeres; no aspiramos a ser una superwoman, modelo machista por antonomasia del siglo XXI. Y si no te gusta el feminismo porque te aterra perder tu status de superioridad, no recurras a los habituales insultos en relación con nuestro físico o con nuestra vida sexual.

Nuestro lema es «Vivas, libres y sin miedo». Lo conseguiremos.