La mitad de los líderes rurales admiten algunos avances en la España Despoblada pero solo el 10% cree que estamos mejor que hace poco más de un año, con la entrada del nuevo Gobierno central, el ministerio de Reto Demográfico y la llegada de Teruel Existe a las cámaras alta y baja. Así se explicó ayer tanto a la vicepresidenta del Gobierno, Teresa Ribera, como a la presidenta del Senado, Pilar Llop, y los senadores durante la presentación del estudio, «la España Despoblada vive entre una esperanza prudente y un escepticismo fraguado en décadas de abandono y olvido», en el que han intervenido 200 líderes y que ha sido elaborado por la Cátedra de Despoblación y Reto Demográfico de Next Educación, en colaboración con la Fundación AXA. Se reconocen avances en presencia mediática de la despoblación y los problemas que afectan a la España despoblada, así como una mayor conciencia del problema y mejora de la autoestima de los pobladores rurales, pero «queda mucho por hacer», según aseguró ayer el Doctor en Sociología, periodista y presidente de Next Education, Manuel Campo Vidal. «Entre esperanza y escepticismo» podría ser el titular. Los resultados son esperanzadores pero décadas de incumplimientos hacen peligrar una tendencia favorable. Se requiere mucha más agilidad para evitar la fuga de jóvenes, el principal lastre para consolidar el cambio de dinámica; así como una comunicación mucho más honda de las iniciativas que realizan gobiernos autonómicos, diputaciones y el propio Gobierno central. De hecho, según el estudio, solo una cuarta parte está de acuerdo con la política nacional contra el reto demográfico y la mitad desconoce las medidas aplicadas por las comunidades autónomas.

Mañana se cumplirán dos años de la Revuelta de la España Vaciada, un importante punto de inflexión para empoderar y coordinar al medio rural español en una misma línea de acción a favor de la igualdad de derechos de quienes habitan los pueblos. El camino social que se emprendió entonces no tiene vuelta atrás, sin embargo requiere de políticas activas y valientes que supongan cambios reales. Esa recuperación de prestigio de lo rural, unido a la pandemia, han asentado una corriente positiva que ha rescatado el concepto del pueblo como un lugar cómodo, sostenible y saludable para vivir. Los fondos europeos para la recuperación serán un punto importante de inflexión para aplicar políticas de cambio, unidos a los 10.000 millones que ya ha anunciado el Gobierno, pero no se trata de ayudas ni inversiones puntuales, sino de políticas estructurales que eliminen de una vez por todas buena parte de los agravios inaceptables que sufren quienes habitan los pueblos. Teniendo en cuenta que la mayoría de los diputados y senadores (donde se presentó ayer el informe) proceden de provincias afectadas por esta lacara, aplicar medidas hondamente estudiadas y reivindicadas no debería ser tan difícil.

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