Desde que tengo uso de razón siempre he escuchado a mis mayores quejarse de lo mal que va España. «¡Hay mucho paro! ¡La economía va muy mal! ¡La sanidad es una mierda!». Una queja que las generaciones han heredado muchas veces sin espíritu crítico y por mímesis del comportamiento de sus mentores. Y sí, en cierto modo, yo también comparto alguno de esos argumentos, pero, ampliemos por un momento nuestras miradas.
En los últimos 40 años, la tasa de empleo en España ha crecido notablemente y la inversión extranjera directa en términos de PIB ha pasado de representar un 2% a casi el 54% del total; la apertura comercial -lo que suponen las importaciones y las exportaciones sobre el PIB- están rozando niveles récord, según la UNCTAD. Más allá de la economía, la educación también ha mejorado. Según datos de la OCDE, el dominio de destrezas básicas -como matemáticas y lectura- ha aumentado más que cualquier país europeo desde 1980, exceptuando Finlandia. Además, la esperanza de vida es la tercera más alta del mundo, solo por debajo de Japón y Suiza.
No, este artículo no es una promoción de la marca España ni pretende blanquear la situación de la actual situación económica. El panorama a futuro no es en absoluto esperanzador. El país se enfrenta a grandes retos sobre los que, por ahora, no hay acción política en marcha.
Como decíamos, España es el país con la tercera esperanza de vida más alta de todo el planeta, lo cual a priori, es positivo: parece que los avances científicos y la calidad de los servicios nos permiten vivir más y mejor. Sin embargo, tener una esperanza de vida tan alta es a la vez un gran problema, especialmente cuando tenemos la segunda tasa de fecundidad más baja de los países que integran la OCDE. Entonces, a mayor esperanza de vida y menos nacimientos, el resultado es una población envejecida. De hecho, la edad media en España es de casi 44 años; además, por cada 100 niños menores de 16 años, hay 125 personas mayores de 64 -según datos de la OCDE-.
Con cada vez más mayores al borde la jubilación, menos gente en edad de trabajar y un agujero en la Seguridad Social de casi 55.000 millones de euros ¿Cómo se van a costear las pensiones? Esta es la pregunta que muchos baby boomers -aquellos nacidos entre 1946 y 1964- se estén haciendo ahora mismo. Una de las medidas que plantea el ejecutivo sobre la mesa es alargar la edad de jubilación, lo que, por un lado, resolvería el gasto en pensiones, al mismo tiempo que se incrementarían los ingresos. Pero, ¿es viable trabajar hasta los 70?
Quizá lo razonable sería plantearlo por sectores, alargando la edad de jubilación de los puestos que no demanden tanto esfuerzo físico, como, por ejemplo, aquellos relacionados con la educación o la administración. También, una alternativa sería quizá plantear jornadas reducidas o, dependiendo de la situación, medias jornadas o incluso completas.
Sea como fuere, el problema demográfico y el consecuente problema económico, es uno de los retos prioritarios sobre los que habría que empezar a trabajar. ¿O hay que esperar a que llegue el rescate de los fondos europeos?
Aarón Ferrando. Reflexiones de un aprendiz