Fue muy clara la Ministra de Transición Ecológica ayer por primera vez en casi un año. El cierre de la Central de Andorra en junio de 2020 obligará a que Endesa asuma los compromisos «no sólo con los trabajadores de la Térmica, sino también con los de las auxiliares y las subcontratas y no puede desentenderse de ellos», apuntó Teresa Ribera literalmente. La situación de los trabajadores de las subcontratas es la que más preocupa, dado que ya están siendo despedidos y, tal y como ha sucedido en otras comunidades, ni siquiera tienen garantizado el empleo en el desmantelamiento de la Central. Los 1000 megawatos de energía que liberará Endesa el año que viene y que prevén destinarse a renovables centran todos los focos, dado que tras ellos hay una importante pugna política y empresarial. Con la ley en la mano, hasta ayer Endesa era propietaria de los mismos y a ellos vinculó ya en diciembre el obligatorio plan de acompañamiento al cierre con un ambicioso proyecto de inversión de 800 millones de euros en cinco municipios bajoaragoneses para instalar renvables. Ayer, la ministra anunció que esa capacidad energética no será para Endesa sino para una o varias empresas, intentando que los proyectos presentados generen el mayor número de empleos posible y reversión en el territorio a largo plazo. La eléctrica italiana es sin duda la que mayor capacidad tiene para presentar una propuesta contra la que otras compañías puedan competir, pero el Ministerio le está pidiendo una implicación mayor que manifieste una vocación social mucho más seria e imbricada con el futuro de Aragón que otras compañías sí quieren demostrar. Es más, Ribera afirmó que «hay cosas que están funcionando mejor y otras que están funcionando peor con Endesa» , dejando sobre la mesa un toque de atención velado sobre los muchos compromisos e intereses que la eléctrica tiene a nivel nacional y que dependen de las decisiones del Gobierno, especialmente todos los ligados al nuevo modelo energético que se quiere implantar en el país. Teresa Ribera vino a Aragón con titulares y compromisos serios, si bien el reloj apremia y la incertidumbre política solo hace que la mayoría de los compromisos queden en papel mojado hasta la constitución de un gobierno que no esté en funciones, tal y como ya sucediera en enero. La interinidad sigue siendo la excusa perfecta para los incumplimientos y el bloqueo, a veinte días de elecciones… pero en la villa Minera el reloj sigue corriendo sin relojero a la vista, salvo, algunos anuncios ligados a la labor del ayuntamiento de Andorra, las empresas aragonesas como Samca o Foresatalia y la voluntad de aportar soluciones rápidas por parte de la DGA.

Editorial