El temporal causado por la borrasca Gloria ha arrasado en el este de la provincia de Teruel, donde varias de nuestras comarcas han sufrido la nevada más copiosa que se recuerda desde hace cincuenta años. La crudeza de la nevada, cuyo peso se multiplica por el efecto de la denominada «nieve húmeda» en el que se combinan escasa altura y lluvia, ha mantenido durante cuatro días a decenas de pueblos aislados con incidencias variadas entre las que destaca por su gravedad la falta de luz. El efecto de la nevada del lunes anunciada en las previsiones y que ya implicó cortes intermitentes de luz, se vio multiplicada por la de la madrugada del martes. Los pueblos de Bajo Aragón, Matarraña, Andorra-Sierra de Arcos, Cuencas Mineras, Maestrazgo y Bajo Martín amanecieron cubiertos sepultados. Las carreteras secundarias no se pudieron despejar, las quitanieves quedaban atrapadas y la UME tuvo que intervenir para apoyar las zonas con mayor emergencia. En torno a quince torres de electricidad cayeron por el peso de la nieve, como ya sucedió hace unos años, dejando absolutamente aislados a numerosos núcleos, con especial virulencia en Matarraña y Bajo Aragón. Sin capacidad de salir de casa, ni coordinarse con los servicios de emergencias; sin calefacción, ni agua caliente, ni teléfono ni internet, los habitantes de los pueblos más pequeños se han sentido desamparados. El malestar es de recibo. Los daños en casas, granjas y campos son millonarios. Muchas familias han perdido casi todo. Todavía hoy se cuentan los destrozos, que sin duda deberían contar con una línea de apoyo específica por parte de nuestra administración central y regional. Asimismo, urge una visita institucional para atender la realidad de quienes han sufrido cuatro días de aislamiento, así como un análisis de las causas de esta tremenda catástrofe, en la que no solo la climatología ha intervenido. Nadie duda de que los esfuerzos para llegar a todos los pueblos tras la nevada han sido titánicos y han contado con todos los servicios operativos disponibles, incluso con personal voluntario, que han trabajado de sol a sol. Pero urge valorar si las labores preventivas han sido suficientes, así como la necesidad de establecer un plan de coordinación que una a agentes sociales, ayuntamientos, comarcas, diputación, DGA y servicios eléctricos y de telefonía para proteger a la población ante una avenida de estas características.

Editorial