No por más anunciado es menos simbólico. El final de la Central Térmica de Andorra, que quemó su último lignito pasadas las siete de la mañana del domingo, tras más de cuatro décadas aportando riqueza a nuestra tierra será hoy absolutamente inmerecido. Solo contiene incertidumbre, ninguna certeza.

Hoy cientos de personas saldrán a la calle, otra vez, para reivindicar una transición justa en una movilización que ni siquiera concita a todos los andorranos, dado que un colectivo tan representativo como el de los empresarios se ha desligado, casado de movilizaciones infructuosas y con las miras puestas en lograr actuaciones reales que generen riqueza. Los planes, estudios, reuniones y análisis sobre el territorio, sus posibilidades y los proyectos de reconversión son incontables, sin embargo apenas hay proyectos de vertebración real.

Pese a que el Gobierno central cuenta en más de noventa las iniciativas planteadas y asegura que el «plan de transición» está terminado, ninguna medida clara por ahora ha visto la luz, y ni siquiera las sencillas reivindicaciones de los ayuntamientos, o la soluciones propuestas para mejorar el regadío de la zona. Por el momento, lo más urgente es que el Ministerio de Transición autorice el cierre, dado que sin esa tramitación Endesa no puede comenzar un desmantelamiento por el que se prevé la generación de cientos de empleos durante más de 4 años, un tiempo más que suficiente para que mientras tanto cuajen iniciativas públicas y privadas reales.

El Gobierno asegura que se autorizará «los próximos días», veremos. Cada día que pasa se pierden ilusiones, habitantes y proyectos de vida. Endesa es por ahora casi la única que ha presentado un proyecto de reconversión hacia la energía verde con el aval de más de mil millones de euros, pese a haber sido centro de las críticas con especial dureza en la anterior campaña electoral. Hoy tendremos otra foto de movilización, con responsables políticos y sindicales encabezando pancartas ya levantadas en numerosas ocasiones y recordando al Gobierno central sus compromisos, ¿quién se acordará mañana de la cuenca minera turolense?

Editorial