Esto es lo que supone la apertura en Caspe de la cervecería cafetería ‘Tasca del Artillero’. Es un verdadero ‘bombazo de optimismo’ ver crear en la Ciudad del Compromiso un nuevo negocio de manos de un joven ilusionado y con experiencia en el sector. Y más teniendo en cuenta la prueba que está teniendo que afrontar al coincidir su inicio con la grave crisis de la Covid 19, que le obligó a cerrar justo a la semana de inaugurarlo.

Conocía a Adrián Barceló del bar de las Piscinas, donde me servía un café después de tomarme unas riquísimas croquetas. Lo he visto, pues, como se dice, «crecer detrás de una barra»; y, por fin, sin saber de ello, realizar su sueño de montar un bar. Como les pasa a los personajes mitológicos la implacable diosa Naturaleza le ha puesto por delante una dura prueba, que seguro va a superar satisfactoriamente.

Conozco bien el lugar donde está la ‘Tasca del Artillero’. Fue en los años 50 del siglo XX el lugar que albergaba una artesanal fábrica de lejía y escobas regentada por Manuel Bello y mi padre.

Una tarde a punto estuve de morir allí, cuando, jugando, se me cayó encima el artilugio con clavos punzantes con que «peinaban» las escobas; aún me parece escuchar los gritos de susto de la amable Rosario y del escobero, al que recuerdo alto y enjuto. Allí, entre olores y vapores de cloro y sosa cáustica, me gustaba ayudar a despegar las etiquetas de botellas viejas, sumergidas en el agua de un gran lavadero, para después colocarles una, con un bonito dibujo a color alusivo a la marca, y rellenarlas con la Lejía La Cenicienta. Producto higiénico caspolino que continuaron fabricando durante los años 60 y 70 los miembros de la familia Relancio.

De ser local industrial pasó a ser un bar, el de ‘Los Cazadores’, presidido por varias cabezas de ciervo y con la tablilla de la Asociación de Cazadores de Caspe. Ahora es ya una moderna cafetería cervecería dedicada a todo tipo de público, porque, como dice su propietario, «en Caspe no te puedes especializar sólo en una cosa». De sus palabras se deduce que Adrián tiene las cosas claras y conoce bien su pueblo, por el que siente gran cariño, hasta el punto de embarcarse, aunque bien pertrechado con munición artillera que le viene de su mote familiar, en esta empresa, con la misión de satisfacer el paladar de la clientela que visite su ‘Tasca del Artillero’, frente a la Gasolinera. Mucha suerte.

Alejo Lorén