Parece exageradamente fina la línea que separa al éxito, del fracaso en la vida de un inversor. No se trata de que uno acierte siempre y de que el otro falle siempre. Resulta muy sencillo de explicar, pero profundamente complejo de descifrar, como todo lo que tiene origen en nuestra mente. Y esto se ve perfectamente con una misma situación dos inversores diferentes.

El inversor A, espera pacientemente una oportunidad. El lunes ve que las acciones que está siguiendo, están fuera de sus zonas operativas, así que cierra la pantalla y se va de paseo. El precio de otras acciones, se está acercando a zonas operativas, así que prepara su estrategia, y al día siguiente abre su plataforma de nuevo.

Se presenta la primera oportunidad. Pone la orden y justo después el stop. Al momento el stop salta. El precio ha decidido retroceder algo más. A los pocos minutos de nuevo se presenta otra oportunidad, según su estrategia seguida. Así pues el inversor pone una nueva orden y el stop. Tras unos minutos de duda el precio se dispara a favor de la tendencia. Al día siguiente, y justo antes de una resistencia, decide cerrar su posición. Su semana ha terminado, o al menos económicamente puede permitirse no hacer más operaciones.

El inversor B, espera pacientemente una oportunidad. El lunes ve que las acciones que está siguiendo, están fuera de sus zonas operativas. Un par de horas después de estar frente a los gráficos, y haciendo otras actividades, se le presenta un oportunidad, así que pone la orden y el stop. El stop salta, pero a los pocos minutos el precio comienza a avanzar en la dirección por la que él apostaba. Decide esperar a un retroceso para volver a entrar. El retroceso no llega y se da cuenta de que de no haber saltado su stop ya llevaría acumulados muy buenas ganancias. Convencido de que sigue siendo una buena oportunidad, vuelve a poner una nueva orden y su stop. Al poco rato, el mercado vuelve a barrer su posición. Con 2 fallos se retira por ese día.

Al día siguiente se da cuenta de que el precio se encuentra en su zona operativa, pero siente que el precio ha caído muy fuerte hasta ellas, y no tiene claro si van a aguantar. Ve una oportunidad pero decide esperar, a pesar de que su estrategia indica operar. Acierta porque el precio sigue cayendo, por lo que ha sido mejor esperar. Ve otra posible oportunidad pero duda de si el precio va a seguir cayendo (aquí es cuando empieza a dudar de su estrategia). De repente ve como el precio sale disparado a favor de la tendencia por la que él hubiese operado, y tras unos minutos decide entrar sin apenas esperar un retroceso. Su stop es barrido y su moral está por los suelos, ya que a pesar de tener una estrategia ganadora, no ha sabido utilizarla correctamente. De nuevo ve como el precio avanza en la dirección por la que él iba a apostar, pero prefiere dejar pasar el día porque percibe que no está en sintonía con el mercado. Resultado: misma estrategia, dos resultados diferentes, debido a la constancia en la ejecución.

Raúl Cirugeda Conejos – Caja Rural de Teruel