El llamamiento centralizado para cubrir vacantes de médicos de familia en Aragón ha sido un fracaso y sitúa de nuevo a la comunidad en una situación de verdadera pérdida de calidad asistencial de cara al verano, especialmente en el medio rural. El problema es generalizado en la comunidad, pero la mayoría de estas plazas de MAC (Médicos de Atención Continuada) se encuentra en los pueblos aragoneses. En el sector sanitario de Alcañiz, de 26 plazas sólo se han cubierto 5. Es lo esperable si uno no toma las medidas necesarias para evitarlo. Esta grave problemática es una constante todos los veranos desde hace años, agravada con el paso del tiempo y las jubilaciones en cascada previstas. Se venía alertando de la situación a la que el territorio quedaba expuesto, sin embargo ningún incentivo ni planteamiento temporal parece ser suficiente.

Por tanto, conviene que se tomen medidas globales, no sólo en Aragón, sino en todo el país, dado que esta realidad afecta a el cien por cien de la España despoblada. Nuestras administraciones deben ser capaces de legislar para garantizar de una vez por todas un servicio sanitario público de calidad acorde a las exigencias fiscales con las que todos los habitantes del medio rural cumplen sin cuestionárselo. Los profesionales sanitarios son sufragados con fondos públicos y, por tanto, deben estar sujetos a las imposiciones laborales que la administración determine si así fuera necesario, tal y como sucede con muchos otros funcionarios españoles de todo tipo de rango, incluidos los del más alto nivel. No hay explicación rigurosa alguna que permita argumentar por qué no se puede mejorar el sistema, se pueden rechazar plazas sin penalización e incluso compaginando el ejercicio de la sanidad pública y privada.

Reordenar y modificar las normas actuales que permitan poner fin a estos agravios injustificables ha de ser una prioridad absoluta de los nuevos gobiernos tanto regionales como nacional.

En el periodo transitorio, nuestros médicos de cabecera doblarán cupos para cubrirse entre ellos en los meses más difíciles, con pueblos llenos y sin respuestas ágiles, como podría haber sido por ejemplo la puesta en marcha de las consultas digitales en los consultorios que DGA preveía abrir en diciembre y que sigue olvidada en un cajón. Solo cabe darles ánimos y tratar de ejercer como ciudadanos un uso responsable de nuestra sanidad para no contribuir a su saturación.

Editorial.