El cierre de la Central de Andorra el martes se produjo sin que se haya materializado ningún compromiso serio y efectivo de los anunciados durante los últimos meses. Ni han llegado las varias empresas que se esperaban ni se ha presupuestado la elevación de aguas, ni siquiera se han mejorado infraestructuras tan sencillas como la carretera de Ariño. El Plan de Transición no se ha convertido en un documento sin fin en el que hay muchos implicados pero que no se termina de materializar y los plazos para desbloquear ayudas como el Miner se siguen dilatando mes tras mes, con anuncios de que «en breve» llegará. Hasta ahora, las principales esperanzas para la zona han sido desarrolladas por empresas ligadas al territorio que están generando empleo poco a poco aprovechando productos endógenos y tirando de imaginación, pero de ahi a una verdadera reconversión industrial que transforme el modelo energético y convierta a Andorra en un ejemplo de economía verde hay un enorme camino por recorrer. ¿Pero porqué se está tardando tanto? ¿Qué lo impide? Hace ya año y medio que Endesa anunció el cierre, tiempo más que suficiente para desbloquear asuntos eternamente enquistados. La ministra Teresa Ribera conoció la localidad en enero de 2019 y se comprometió con una ciudadanía que sigue esperando cumplimientos.

Las familias no pueden seguir esperando y muchos ya han comenzado a emigrar. Los que quedan piden facilidades para poner en marcha numerosos proyectos que ya han planteado e infraestructuras.

Por ahora, Endesa sigue asegurando el empleo, 200 solo en el desmantelamiento durante los próximos años y cerca de un millar ligados a la construcción de sus proyectos de renovables. Respecto a este punto, también hay que pedir al ministerio de Transición urgencia para la subasta de los 1000 mw que la central Térmica libera, porque de su adjudicación depende buena parte de la reconversión.

Si la verdadera vocación del actual Gobierno de España y la ministra Teresa Ribera es convertir a este país en ejemplo europeo en sostenibilidad debe hacerlo con mucha más audacia, agilidad económica y responsabilidad hacia los territorios afectados. Solo así será realmente justa para las personas y ejemplar. En eso consiste el Reto Demográfico, que hasta ahora está dando muy pocos resultados más allá del propio apellido a una cartera ministerial que debe servir para mucho más que para calmar a los votantes y llenar titulares.