Mi último artículo del pasado año en esta misma ventana se titulaba «Un 2020 ilusionante», en base a diversos proyectos para nuestra localidad preparados tiempo atrás con gran entusiasmo y que se iban a hacer realidad en este nuevo ejercicio. No podíamos pensar entonces que nos esperaba un inicio de año en el cual todos esos planes quedarían en un evidente segundo plano tras sufrir dos de las situaciones de emergencia más graves de las últimas décadas.

El mes de enero terminaba con el paso de la borrasca Gloria, un temporal de lluvia y nieve que destrozó decenas de infraestructuras de todo tipo en varias de las regiones del este peninsular, produciendo a su vez unas millonarias pérdidas económicas para las cuales todavía hoy no tenemos ningún planteamiento serio sobre la mesa con el que poder mitigarlas.

Pero cuando aún tratábamos de recuperarnos de ese vendaval, el comienzo del mes de marzo nos ha golpeado con la mayor crisis sanitaria que recordamos, dada la desbocada propagación de la enfermedad del coronavirus, que se ha llevado por delante ya la vida de varios cientos de personas en nuestro país.

Este sábado el Gobierno decretaba el Estado de Alarma para todo el país durante los próximos quince días, el primero que se aplica de manera generalizada ya que el anterior fue por una cuestión muy puntual como la huelga de controladores aéreos. Aunque en este momento la prioridad es detener el virus y atajar la crisis sanitaria, el necesario confinamiento al que nos vamos a ver sometidos todos los ciudadanos va a provocar unas tremendas consecuencias económicas y sociales, por lo que se requiere que se adopten medidas en este sentido también de manera urgente para que, cuando salgamos de esta emergencia, lo hagamos sin dejar a nadie atrás.

Por último, sirvan estas líneas de modesto reconocimiento personal a todas aquellas personas que se están dejando la piel durante estos días, como los profesionales médicos y los empleados públicos de los servicios básicos, o los trabajadores de supermercados, farmacias y demás comercios de primera necesidad. Necesitamos serenidad, responsabilidad y sentido común y de esta manera, con la cooperación de todos, frenaremos al virus.

Aitor Clemente – GANAR Aguaviva