Plantar, abonar, podar, regar, cosechar, molturar…Criar, alimentar, limpiar, calentar, cuidar, cargar… Invertir en maquinaria, en fitosanitarios, en personal. Negociar precios, ajustarse al mercado, sortear las subidas de materias primas, competir a nivel internacional, en la globalidad. Buscar valorizar el producto local, ser sostenible, apostar por la economía circular, batallar con la burocracia, unirse en cooperativas con base social, luchar por el relevo generacional, asentar población. De lunes a domingo, con ilusión, sabiendo que tu producto vale la pena, queriendo crecer. Pagar el seguro, rezar para que llueva, pero no granice; que nieve, pero no demasiado; que no suba más el coste de la luz… ¿Cuánto vale esto? Póngale precio en el supermercado a una bandeja de chuletas de cordero, un kilo de melocotón, un litro de aceite de oliva. ¿Mira la etiqueta de lo que compra? ¿Y qué piensa cuando se lleva la comida a la boca? ¿No le gustaría saborear un menú rico y justo? ¿Trabajaría para perder dinero? Pues lo cierto es que nuestros profesionales del campo a veces venden a pérdidas o casi. Deben ajustar tanto los márgenes que resulta muy difícil pagar más a sus empleados, lo que supone además que sea ya casi una odisea encontrar a personas que quieran trabajar en el campo. Está sucediendo en nuestros pueblos, y cada vez son más las voces que alertan sobre ello.
Hoy nuestro campo es un poco más justo. Hace unos días el Congreso aprobó la reforma de la Ley de la Cadena Alimentaria para prohibir al fin las ventas a pérdidas, algo que parece lógico pero que no estaba regulado. Recordarán que fue una de las principales reivindicaciones por las que el sector del agrícola se reveló justo antes del inicio de la pandemia. Su movilización fue la última antes del confinamiento de 2020. Parece que ha pasado una eternidad y las portadas desde entonces se han ocupado con temas covid, debates políticos estériles o reivindicaciones sobre la lucha a favor del medio rural que sólo nos llevan a lugares comunes. Este avance es uno de los más importantes de los últimos años para nuestro campo y el trabajo por el medio rural español. Y sí, podría mejorar, pero sin duda supone un cambio legislativo básico importantísimo. Implica que no se pueda cobrar menos de lo que cuesta producir nuestros alimentos en todos los eslabones de la cadena , incluída la venta final. Esto incluye a empresas españolas, de estados miembro de la UE en las que no rija otra legislación, y empresas españolas que también operen en el extranjero.
El gran reto sigue siendo aún que el consumidor sea capaz de entender qué come, cómo y porqué. Un consumidor informado es un consumidor responsable. La mayoría no ha visto una vaca o un cerdo, y no hace falta irse a Madrid para eso. En el tintero de la ley queda el doble etiquetado, una de las principales demandas de algunos sectores, que pedían incluir el precio del producto en origen. Hay que seguir batallando. Tampoco será sencillo aplicar la ley porque supone un enorme cambio cultural. Pero con toda seguridad contribuye a dignificar y proteger el trabajo del campo; pero, sobre todo, entregr al sector primario una herramienta jurídica justa, acorde al valor de nuestros productos y sus profesionales.
Eva Defior
antoniogermantorres.- dice
Apreciada Sra. Defior:
Su articulo es otra muestra de la bondad y delicadeza con la que se suele expresar. Y todo lo que se haga para dignificar el trabajo me parece necesario y el papel de todos los que forman parte de la cadena de valor, incluidos proveedores, compradores y clientes finales. Todas las tareas que hacen los labradores, dependen del trabajo de sus proveedores de semillas, abonos, herramientas, seguros, formación, combustibles, etc, y si hablamos de los ganaderos, hemos de contar con los laboratorios que producen los aditivos que consumen, los piensos, la tarea de los veterinarios, los que recogen y eliminan sus residuos, etc. Y en estos temas suele faltar una mención a los propietarios que ponen sus campos o sus capitales para que labradores y ganaderos puedan trabajar. Si observamos lo que llega a los propietarios, podemos asegurar que están transfiriendo su dinero a sus trabajadores. Le invito a que compruebe con propietarios de fincas que se explotan mediante lo que antes se llamaban «medieros» cual es su realidad. La mayoría no recibe ni para pagar la contribución. Si se necesitas leña, es probable que el «mediero» que ya ha cobrado por podar los arboles, vuelva a cobrar por vender la leña de esos árboles. Ni hablemos de las subvenciones, que generalmente disfruta el «mediero». No es por tanto raro ver la gran cantidad de fincas que se dejan de cultivar. Tampoco es raro imaginar que para muchos propietarios el gordo de la lotería sería que alguien pusiera en sus tierras generadores eólicos o placas solares.
Y alguna pequeña anécdota que no conviene olvidar. Me cuentan el caso de alguna familia que vende los productos que acaban de cosechar. Si te interesa comprarlos les parece normal pedirte más que lo que se paga en las grandes ciudades. Esta claro que no se puede discutir, porque en ese momento el que vende ha olvidado a todos los que suelen llamar «intermediarios» y a cuya labor se acusa de incrementar descaradamente los precios, y justifica lo que pide porque los productos «son de aquí y los acabamos de coger».
Yo, como los que santamente exponen sus quejas para no vender a perdidas, quiero aprovechar para llamar la atención a favor de los que verdaderamente crean el resultado. Pienso en los que han creado las extraordinarias variedades que hoy se emplean y que han aumentado la cosecha en un porcentaje muy importante trabajando las mismas horas. Lo mismo se puede decir de los grandes progresos de la ganadería que en algunas especies, como los cerdos, han conseguido mas que doblar la producción de las madres que han pasado de 15-20 lechones al año a mas de 50. Y pido para semillas y animales el reconocimiento a su papel, merecen los mejores cuidados y las mejores atenciones por parte de los que los han convertido en sus productores esclavos.
Como consumidores también hemos de ser responsables y si es posible comprar directamente a los productores. El uso de internet ya lo permite. Necesitamos que los productores también den el paso adelante. Cada vez hay mas oferta, y el servicio es muy satisfactorio. Los grandes ya están enviando los productos para ser entregados en franjas de horas acordadas.
Veremos si la nueva regulación es capaz de darnos alguna satisfacción a los consumidores.
Reciba un cordial saludo
Pasaba por aquí. dice
No se puede o mejor dicho, no se debe, vender un producto a perdidas, porque acabas en la ruina, a no ser que hagas trampas y no haya tales perdidas. En contadísimas ocasiones y cada caso es diferente, se puede vender a perdidas un producto si tienes diversificada tu producción y los demás son rentables, se da el caso de que si las perdidas son pequeñas y bien gestionadas incluso por paradójico que parezca ayudan a pagar los gastos generales, incluso en un determinado caso de política de empresa. No entiendo muy bien lo de vender a perdidas perdiendo y perdiendo, pues cualquiera sabe que eso no tiene futuro, a no ser que la «ingeniería contable» haga de las suyas. Tampoco entiendo que sectores como la agricultura extensiva como cereales y el ganado ovino y caprino que están subvencionados desde Europa presenten perdidas. En fin, perdonen que no termine de entender ciertas cosas que me cuentan. No me creo que nadie haga como el del chiste, que como solo perdía una peseta por pieza fabricada estaba la mar de contento, fabricaba un millón cada día.