Estaba recordando la última legislatura y, en pueblos como Andorra, creo que no se puede hacer siquiera un balance realista, la gestión tan poco profesional aderezada por un pleno en el que pocos se salvan, nos traslada ante el nuevo escenario en una nave cargada de pesas losadas, altamente ineficiente y con unas pobres perspectivas. La política está tan prostituida que los rostros de honradez e ilusión son anecdóticos, han convertido todo en un espectáculo deleznable, combustible de tertulias y redes sociales prestas al incendio. Algunos se presentan a las elecciones locales con un programa único para toda España… con un par, claro que sí. La ley del mínimo esfuerzo, y luego te dirán que son la España que madruga. Otros parecen la eterna promesa del fútbol, la típica que con 16 encandilaba a todos y con 30 la ves que ha pasado por la mitad de las ligas del mundo. Es lo que tiene la mercantilización, todos afanándose por manosear algo que debiera ser acariciado.

Revisando las listas y proyectos en Andorra es curioso que el más renovado sea, precisamente, el del partido que ha gobernado o, dicho en otras palabras, tienen más el beneficio de la duda que los que ya sabemos cómo operan porque llevan legislaturas y han destacado por gestiones nefastas, desde el infame recuerdo del Somudan, al inmovilismo, la vaguería, el arribismo y todos los pecados atribuibles a los malos políticos y gestores, que han asolado Andorra desde hace demasiado tiempo. Se va a quedar un pleno bien atomizado, marca Aragón. Con una participación que tiene pinta de ser a la baja, el resultado será concejales con necesidad de sacar menos votos que años atrás. Pongo mi más sincera desconfianza en todo y todos, me han empujado a no creer, tanto a mí como a muchos, pero como ciudadano sigo teniendo el derecho a exigir algo, que, hagan lo que hagan, sea la honradez la fuerza motriz de sus acciones.

Podrán existir fallos y aciertos, no es fácil, pero estamos desesperados por la honestidad, la necesitamos, ahora mismo la trinchera en la que estoy es en esa, gane quien gane, se forme el gobierno que se forme, por favor, vayamos con la verdad como estandarte, pongamos ética, moralidad, actuemos con diligencia, dejemos de engañar al pueblo y trabajemos, todos los pueblos se lo merecen, cito Andorra por ser el mío, pero sirve para todos. El próximo lunes, y más allá de resultados, lo que hay que pensar es que surge de nuevo una oportunidad, se parte desde la casilla de salida, sin rencor, sin odio, pero se tiene que elegir, si se trabaja y se hace con honestidad o si vamos a volver a tener lo mismo. Ojalá se recapacite, gobernar un ayuntamiento es una responsabilidad lo suficientemente importante como para ser consciente de que debes servir a tu pueblo y no servirte del mismo, allá la conciencia de cada uno, pero todos pueden venir a este lado de la trinchera.

Víctor Puch. Sal en la herida