Ya es una realidad. Las rutinas han llegado para quedarse a los hogares del territorio. Hoy los colegios -a excepción de Alcañiz y Andorra, entre otras localidades, que celebran sus fiestas patronales- abren sus puertas para recibir a más de cien mil alumnos de Infantil y Primaria.

En el Bajo Aragón Histórico, los verdaderos protagonistas son los centros rurales agrupados, que consiguen un año más desafiar las ratios para dar servicio en los pueblos más pequeños. La Cerollera o Pitarque son algunos de los que se han salvado por el mínimo de tres niños ya que ambos cuentan con cuatro alumnos. Aunque por el momento pueden respirar tranquilos, la espada de Damocles continúa sobre las aulas de los pequeños municipios amenazando con bajar la persiana si las perspectivas poblacionales no mejoran. Y si la persiana baja, ya no se levanta. Ha ocurrido en Crivillén, en Gargallo y en una larga lista de pueblos en los últimos años que han visto cerrar sus escuelas. Pero también ha habido otros, como Torrecilla de Alcañiz, que han pasado de tener un pie en el cierre a ir sumando poco a poco hasta superar la docena de escolares en la presente campaña académica.


La innovación es la marca que define el carácter y el devenir de la escuela rural. De hecho, en noviembre hay una cita para enmarcar en Andorra, en concreto en el Colegio de Educación Especial Gloria Fuertes. El centro celebrará una semana en torno a la psicomotricidad con especialistas y profesores de universidades a nivel internacional. Es una de las muchas iniciativas de esta comunidad educativa de la que forman parte 80 alumnos procedentes de 23 localidades diferentes del territorio.


Los esfuerzos de los ayuntamientos por tratar de mantener a sus vecinos en sus casas, los esfuerzos de estos vecinos por apostar por sus pueblos sumado al de la administración por minimizar los estragos de la despoblación, hacen que el presente y futuro sean un poco más optimistas. El Gobierno de Aragón se congratula cada vez que mantiene una escuela con tres alumnos; y no es para menos. Pero el gran reto es conseguir que el número de niños y niñas aumente. ¿Cómo? Nadie de momento tiene la fórmula definitiva pero no eliminar servicios es un buen y decisivo paso.

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