En boxeo, cuando suena la campana, ambos púgiles tratan de ocupar el centro del cuadrilátero para dominar el combate. En España, cuando suena la campana electoral, el púgil de la izquierda y el de la derecha hacen lo posible por convencernos de su centrismo, a pesar de la tozudez de sus hechos en desmentirles. Cuando termina el asalto electoral abandonan el centro y vuelven a sus posiciones.

Ya lo explicó Raymond Arón en «El opio de los intelectuales» (¡en 1955, nada menos!): «… en la mecánica de las fuerzas políticas tienden a formarse dos bloques, separados por un centro atacado sin cesar». En nuestro caso, además, los ataques más furibundos vienen del insolidario nacionalismo, independentista o no, que necesita la perpetuación del imperfecto, por corrupto, bipartidismo para seguir jugando con ventaja (a costa de la justa y necesaria financiación de las Comunidades Autónomas «leales» como la nuestra).

La solución ante un voto fragmentado, no es la democracia agregativa (sumamos votos para ganar y repartimos cargos proporcionalmente), y, mucho menos, volver al bipartidismo. La democracia deliberativa, en la que se aportan argumentos, que enriquecen el debate, para alcanzar acuerdos sólidos basados en el bien común, es la única que puede devolver la salud al sistema, ya que, deliberar, favorece la justicia, la igualdad, la solidaridad, tan necesarias para cohesionar a una sociedad desde el respeto a los que no piensan como nosotros.

Si queremos que tras las elecciones haya un consenso que permita llevar a cabo las reformas que España precisa para afrontar los retos presentes y futuros, el peso del centro real habrá de ser proporcional al sentir de una sociedad, la española, que demanda, de forma mayoritaria, acuerdos, moderación y respeto, y rechaza el aventurerismo político que sólo lleva a la quiebra de la convivencia, como estamos sufriendo en Cataluña.

Esperemos que alguno recapacite y abandone el victimismo y la mentira y retorne al constitucionalismo, a pesar del proverbio judío que dice: «la mentira puede llevarte muy lejos, pero sin esperanzas de volver». Y los españoles necesitamos volver… a recuperar la ilusión. #NoEstaisSolos

Luis Esteban – CIUDADANOS Calanda