Con el verano recién entrado, nos encontramos en una situación que ha cambiado mucho con relación a los años anteriores. Vivimos lo que unos han pasado a llamar el postconfinamiento y otros la nueva normalidad, pero con algunos de los problemas que teníamos antes de la pandemia muy presentes: una Central Térmica que ha parado definitivamente, un hospital sin grúas y una olvidada autovía.

Yo diría que se avecinan tiempos de un gran retroceso y con malas esperanzas. Así lo demuestra la labor de los diferentes gobiernos, que han dejado los asuntos que preocupan a los bajoaragoneses relegados a un tercer o cuarto lugar. Parece que muchos que antes se manifestaban y sostenían pancartas, hoy se han dado por vencidos porque aceptan como si nada que no tenemos hospital, ni Central, ni autovía. Antes había escraches, siempre condenables, hoy reina el silencio.
Los propósitos de enmienda tirando balones fuera, una actitud muy propia de este Gobierno, recuerda un buen número de situaciones antiguas, donde las culpas siempre las tenían los ejecutivos anteriores. Triste panorama que no hace sino mermar las esperanzas de los bajoaragoneses, que contribuye a acelerar el fenómeno de despoblación que vive nuestra provincia y que se alía con los que muestran una falta de interés por el medio rural. Un territorio que se deprime por la falta oportunidades frente a otros lugares del país y que lamenta tener unos gobernantes más preocupados por las encuestas que por los encuestados.

Esperemos que el porvenir no nos avecine rebrotes que nos hagan volver a parar nuestra provincia una vez más y tampoco esos famosos brotes verdes a los que aludía Zapatero y que nunca aparecieron, sino que lo único que llegó fue una crisis de dimensiones gigantescas. La ciudadanía lo que sí espera es responsabilidad por parte de todos. Aunque el Gobierno ha demostrado que no la tiene, esperemos que los ciudadanos sí para que el civismo personal impida recaídas futuras.

José Miguel Celma – PP (Torrecilla de Alcañiz)