José Luis Iranzo Balaguer, el padre de José Luis Iranzo, ha confirmado esta mañana en el juicio del triple crimen de Andorra que su hijo alertó a la Guardia Civil de que la persona que había entrado a robar a su masico la noche anterior a su asesinato era «el pájaro de Albalate» y que esa misma tarde colaboró con la Benemérita para buscar al criminal por las cuevas de Valdoria pese a que su padre le dijo que «no se comprometiera porque no están los tiempos para eso». «José Luis me dijo que si le llamaban tenía que ir. Él dejaba su trabajo para ayudar en lo que hiciera falta, así era él. Era como su abuelo», ha afirmado Iranzo Balaguer.
Su testimonio también ha dado a conocer públicamente el frío trato que le propinó la Guardia Civil después de que asesinaran a su hijo. Al llegar a Andorra le dejaron en el Centro de Salud para que regresara a casa solo a pie sospechando ya que los tiros que había escuchado en su mas habían terminado con la vida de su hijo. Más tarde el teniente de Andorra llamó a un familiar. «Le preguntó, ¿su sobrino cómo se llamaba? Al decirle que José Luis Iranzo Alquézar, le dijo que José Luis Iranzo Alquézar había fallecido. Yo solo, con mi sobrino. Mi mujer no estaba, mi nuera tampoco, ni mi chica. Esa fue mi desgracia y mi desolación».
Tal y como ha relatado, en estos más de tres años no ha recibido ninguna explicación de la Guardia Civil sobre cómo se sucedieron los hechos pese a que esperaba que el capitán de Alcañiz, el alférez o los dos agentes de Andorra que trabajaron en el operativo lo hicieran. «No me han dicho ni dónde murió exactamente mi hijo para ponerle un ramo de flores. Nadie me ha explicado nada en todo este tiempo», ha relatado.
Sabían que era el autor del tiroteo
Iranzo Balaguer, quien ha declarado con la cabina de Norbert Feher cubierta por una cortina a petición propia, ha reiterado también que su hijo no era el único que estaba convencido de que el autor del doble intento de homicidio de Albalate seguía en la zona. «En Albalate lo llamaban el de la farola, lo vio mucha gente. Una mujer que va de Albalate a Andorra lo vio al ir y al volver y ese mismo día robaron en el mas del Capapé. Todos los días me decían que entraba a por comida a los masicos actuando por la noche. Un vecino de Albalate junto a su hija lo tuvo encañonado con una escopeta», ha puntualizado.
Único testimonio de la tarde del 14
Iranzo Balaguer es el único testigo de lo que ocurrió la trágica tarde del 14 de diciembre de 2017. No vio los asesinatos pero sí el trasiego de coches y escuchó todos los disparos escondido detrás de unas alpacas. El día 14 llegó junto a su hijo al mas familiar, el del Saso, sobre los 8.30 y vieron un cristal roto. Conocedores de que en los días anteriores se habían producido robos en masicos con el mismo modus operandi, llamaron a la Benemérita, que tardó de «hora y media a dos horas en acudir». Los agentes inspeccionaron la casa «en muy poco ratico», realizaron fotos y detectaron que faltaba bebida y algún utensilio de cocina.
Después Iranzo estuvo en el cuartel para denunciar formalmente el robo y desde primera hora de la tarde acompañó a los agentes por las cuevas de Valdoria. Esa tarde su padre estuvo en el mas familiar y esperó a que su hijo terminara la visita a las cuevas para que pasara a recogerlo. Como hacía fresco se resguardó en la cabina del tractor y desde allí le pareció observar a un hombre con una linterna entrando a su mas por la apertura para el perro. Dedujo que ese individuo era el «pájaro de Albalate» e intentó llamar a su hijo aunque sin éxito por la falta de cobertura.
En ese momento escuchó dos disparos de pistola y un chillido y pensó que «le había matado al perro». Inmediatamente intentó llamar a su mujer, a su sobrino y, finalmente, logró contactar con el 112 para avisar de los dos disparos: «era de noche y estaba acojonado porque vieran la luz de mi teléfono. Me fui hasta unas alpacas de paja«, ha apuntado el testimonio. Después vio a Feher escapar en la pickup y pensando que era su hijo intentó ir a su encuentro: «había una valla en el suelo y me tropecé cayendo al suelo. Me levanté y pasaba el coche, al que aún le tiré una piedra pero pasó de largo».
Después los coches de los guardias que acudieron a su llamada se sucedieron y los vio alejarse por caminos separados al encontrarse en una zona llana con buena visibilidad. Al momento escucha dos ráfagas de disparos separadas por una pausa «como si fuera una pistola encasquillada de mucho calibre». Tras los disparos vuelve a ver a los coches moverse y es finalmente un vehículo que llega desde dirección Albalate el que lo recoge después de levantar las manos para que lo viera. «Me dicen que aquí hay un cuerpo pero que no me mueva. Les pregunto por cómo iba vestido porque pienso que puede ser mi hijo. Vamos a por los guardias y escucho que se preguntan si ya los han cargado y nos dirigimos al Centro de Salud de Andorra. Allí nos encontramos con un guardia con el torso desnudo y me dijeron que ya me podía ir a casa. Me fui a pie pensando que podía ser mi hijo», ha dicho Iranzo Balaguer. Fue más tarde, cuando el teniente de Andorra llamó a su sobrino, cuando se enteró de la muerte de su hijo.