Rosario Lombarte siempre tuvo en mente volver a vivir en su pueblo, en el que nació en 1959. Ahora, con la jubilación de su marido, Ramón Foguet, este traslado ha sido posible. Eso, y que se les puso por delante la ocasión de adquirir la casa de un familiar tras su fallecimiento. En noviembre hicieron efectivo ese traslado y desde entonces, poco a poco, van haciendo las reformas que requería la vivienda. «Para reformar otra, mejor una de la familia, además, justo al lado nací yo, así que es la casa que teníamos que comprar», sonríe Rosario, que no esconde la felicidad que le reporta dejar de estar en Samper solo de visita.
Desde muy joven, la localidad catalana de Montblanc ha sido su lugar de residencia pero Samper ha sido el pueblo al que siempre volver. «No he tenido otro sitio de vacaciones, ese tiempo siempre nos veníamos al pueblo porque siempre he estado muy unida a él. Aquí han estado mis padres y más familia», dice. Su padre falleció hace seis años pero su madre continúa siendo el nexo de unión entre las hermanas. En cuanto a Ramón, el cambio de dejar un pueblo de 10.000 habitantes a vivir en otro que no llega al millar, ha sido para bien. «Hay mucha tranquilidad y eso es lo que más valoramos los jubilados», ríe.
No es samperino de cuna pero sí de adopción después de 40 años haciendo viajes en Navidad, verano y Semana Santa, una época en la que no participan con tambores pero sí ayudando en la logística de una familia implicada en varios actos. «Hay mucha vida en este pueblo todo el año con la feria, hace poco fue el choricé, fiestas… La gente colabora y al ser pocos, todo es mucho más cercano, familiar y amable», añaden.