Los 18 pueblos del Matarraña gozan de identidad propia, con una gran variedad de paisajes y su clima mediterráneo, invitando al viajero a recorrer este oasis eminentemente montañoso. La Comarca del Matarraña como entidad local territorial apenas tiene dos décadas, su historia, sin embargo, es milenaria. Las huellas del tiempo están impresas en el patrimonio que todavía conserva cada una de las localidades. No es de extrañar que dos de ellas, Calaceite y Valderrobres, sean consideradas de los pueblos más bonitos de España. La cercanía entre Calaceite y Valderrobres hace que sea posible conocerlos en un solo día. Aunque si quieres sumergirte a fondo, podrías alargar la ruta en coche todo un fin de semana. En ambos lugares, merece la pena contratar una visita guiada.
UNA COMARCA DE HISTORIA Y CONTRASTE
El primer testimonio que encontramos es el arte rupestre Levantino, declarado Patrimonio Mundial por la Unesco. La época ibérica fue uno de los momentos de mayor esplendor y son numerosos los poblados que se establecieron a partir del siglo V a.C. La organización actual del Matarraña surgió a finales del siglo XII, durante la reconquista cristiana, y se hizo definitiva con el reinado de Alfonso II. De la Edad Moderna (s. XV-XVIII), etapa de especialización en la producción del aceite, son los edificios renacentistas que han perdurado de pie hasta nuestros días. Aunque no todo fue esplendor: se tuvo que hacer frente a los devastadores efectos de la Revuelta catalana (1640), la Guerra de Sucesión (1705) y durante la Guerra Civil (1936) numerosas colectividades anarquistas llegarían hasta estas tierras, iniciándose una larga posguerra.
Calaceite, un pueblo medieval imprescindible
Empezamos el recorrido en Calaceite, fácilmente accesible ya que es atravesado por la carretera N-420. Las fachadas de piedra y los innumerables arcos son seña de identidad del casco urbano, declarado Conjunto de Interés Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural. Las casas solariegas con balcones de forja y escudos nobiliarios se abren paso por las distintas calles. Sobresale la casa consistorial del siglo XVII en la plaza Mayor, y justo en la calle que desemboca en ella, la iglesia parroquial de la Asunción. Tiene la peculiaridad de ser una obra barroca del siglo XVII, que se asienta sobre los cimientos de un templo gótico. Desde este punto, centro de la localidad, parten las tres vías principales que conectan con las capillas-portales de la antigua muralla. Solo dos portales siguen en pie, después de que en el siglo XVIII cambiaran su función defensiva por la religiosa. El de Maella da cobijo a la Virgen del Pilar y el de Orta, a San Antonio. De obra mucho más reciente es el monumento en piedra dedicado al olivo y la industria aceitera en la plaza de la Diputación.
Calaceite es la capital cultural del Matarraña. No es de extrañar, cuando por allí han pasado algunos de los más grandes del boom latinoamericano. A comienzos de los años 70, el traductor francés Didier Coste se asentó en la localidad. Las visitas del chileno José Donoso -uno de los mayores exponentes del movimiento- durante la traducción su obra El obsceno pájaro de la noche se hicieron frecuentes, hasta que finalmente se compró su propia casa. A partir de ahí, la historia se escribió sola. Donoso, el colombiano Gabriel García Márquez y el mexicano Carlos Fuentes participaron en tertulias literarias con otros genios como Carlos Saura, Geraldine Chaplin y Luis Buñuel a los pies de los Puertos de Beceite.
La importancia de la expresión artística queda patente en el Museo Juan Cabré, que alberga dos exposiciones temporales de arte contemporáneo. La instalación se encuentra en una casa solariega del siglo XVIII, adquirida y rehabilitada por el Gobierno de Aragón. En principio acogió los fondos donados por la familia Cabré, y en 1990, tras su remodelación, incorporó una sección de Etnología con los materiales entregados por los vecinos de la localidad. Juan Cabré, natal de Calaceite, fue el arqueólogo que en 1903 inició las excavaciones en el poblado ibérico de San Antonio (siglo V a.C.-200 a.C.), situado en el extremo meridional de la sierra de San Cristóbal. Todavía son visibles los restos de las viviendas, las calles empedradas, la muralla y los torreones.
Antes de irte de Calaceite, no olvides subir al monte de San Cristóbal, donde se hospeda la ermita con su mismo nombre, para contemplar una de las mejores vistas panorámicas del Matarraña. De vuelta en el coche, conduce 21,9 kilómetros por la A-1413 hasta llegar a Valderrobres. Un espectacular puente de piedra sobre el río Matarraña te guiará hasta la antigua muralla para adentrarte en el casco histórico. La iglesia de Santa María la Mayor y el castillo, así como la casa consistorial, están declarados Bien de Interés Cultural. Las dos primeras obras de estilo gótico -antiguamente intercomunicadas- forman un conjunto indisoluble, siendo la verdadera seña de identidad de la localidad. Para poder visitarlas, tendrás que reservar una visita guiada.
Valderrobres, la preciosa capital del Matarraña
La historia que documenta el castillo de Valderrobres tiene sus inicios a finales del siglo XII, tratándose de una de las principales fortalezas góticas que existen en Aragón. Con la reconquista de la plaza, comenzó a construirse en el siglo XIV el castillo actual. Fue residencia de varias familias nobles como los Oteyza y los obispos y arzobispos de Zaragoza, siendo vivienda ocasional de la reina aragonesa Leonor de Alburquerque y María de Castilla. El material utilizado para la construcción es la piedra, totalmente trabajada en sillares bien realizados y ordenados en hileras horizontales. El recinto se compone de tres niveles intermedios más una terraza. La planta es de forma hexagonal irregular, adaptándose al terreno donde se asienta. Entre sus dependencias destacan la sala de las Caballerizas, la Sala Capitular, el salón de las Chimeneas, una gran cocina, la sala de los Leones y la Cámara Dorada. El castillo ha sido recientemente restaurado y alberga ahora una selección de 39 cuadros -son copias digitalizadas de la colección de arte español de Meadows Museum de Dallas- de autores como El Greco, Murillo, Velázquez, Ribera, Zurbarán, Goya, Fortuny o Sorolla.
El estilo gótico también es visible en el puente de piedra y en el arco de San Roque -una de las siete puertas de entrada a través de las murallas-, además de en algunos edificios como el Torreón de Valentinet, el Palau, el Hospital y la Fonda de la Plaza. El Renacimiento llegó a Valderrobres en el siglo XVI, cuando se construyó la casa consistorial -que pertenece a la misma corriente constructiva que la mayor parte de los ayuntamientos del Bajo Aragón y del Matarraña, como los de Alcañiz, La Fresneda y Torre del Compte- y diversas viviendas como Casa Molés, Casa Foz, Casa Pereret y Casa Loscos, entre otras.
Tanto en Calaceite como Valderrobres pueden visitarse las antiguas mazmorras de los siglos XVI y XVIII. En total, en el Matarraña hay hasta doce localidades que muestran espacios carcelarios. A las mencionadas, se suman las de Cretas, La Fresneda, Fórnoles, Fuentespalda, Mazaleón, Monroyo, Peñarroya de Tastavins, Ráfales, Torre de Arcas y Beceite. La mayoría de ellas se ubican en los bajos de los ayuntamientos, los espacios son de reducidas dimensiones, sin ventilaciones, y se pueden encontrar cadenas, argollas y cepas. Visitarlas es un plan en si mismo y una oportunidad perfecta para conocer más localidades con encanto del Matarraña.
Pury desde tierras Zamoranas dice
me encanta la zona, viví en Valderrobres y lo tengo en mi corazón, al igual que los amig@s que hice