Nos acercamos a la valderrobrense Myriam Rabassa, que pese a haber pasado la mayor parte de su vida en el Matarraña es de origen suizo
Hoy en día es más o menos habitual encontrar a diario interesantes historias de ciudadanos de otras partes del mundo que han decidido establecerse en el Matarraña. Sin embargo no fue el caso de Myriam Rabassa cuando en 1980 su familia decidió coger las maletas de su residencia en la localidad de Romainmôtier en el cantón suizo de Vaud y volver a los orígenes familiares. En aquellos años era todo un acontecimiento contar con vecinos que dominasen varias lenguas extranjeras.
Rabassa, que en aquel año contaba con 17 años de edad, dejaba atrás uno de los países más avanzados y con mayores prestaciones del mundo para volver al que, hasta entonces, había sido su lugar de veraneo .
Su abuela materna descendía de Valderrobres y durante el éxodo rural sus padres se establecieron primero en Barcelona y después decidieron emigrar a Suiza. Del país alpino Rabassa recuerda la calidad de la enseñanza, el alto nivel y calidad de vida y la seriedad con la que debaten todo. El detonante para retornar a España fue un referéndum que organizaron en el país para decidir si expulsaban a los inmigrantes o no. Myriam y sus dos hermanas tenían nacionalidad andorrana al provenir el padre de ellas tres del país pirenaico. Finalmente en aquel referéndum venció la posición que permitía quedarse a los extranjeros, pero tal y como recuerda Myriam, el clima laboral se enrareció. «En Suiza es muy habitual consultar a sus vecinos a través de un referéndum. Aquel plebiscito lo ganó la posición más abierta respecto a la inmigración, sin embargo provocó que la sociedad se cerrase todavía más y mi familia decidió retornar», recuerda.
Lo primero que le llamó la atención del Valderrobres de 1980 fue que la mayor parte de las calles no estaban asfaltadas. Pese a vivir más población que actualmente, las condiciones de vida eran más difíciles y apenas había turismo en aquellos años. Reconoce sin embargo, que el cambio de entonces a ahora ha sido enorme. «En aquellos años Suiza tenía un nivel de desarrollo muy alto. No era el caso de la España rural, pero actualmente las condiciones de vida en ambos países son muy similares», explica. Anhela muchos aspectos de Suiza y reconoce que en sus años de juventud sintió la necesidad varias veces de volver. Sin embargo se sintió atraída desde un primer momento por lo sociable y abierto de la gente del Matarraña «Dejé allí buena parte de mi juventud y al principio me costó, pero luego me adapté rápido», explica. En su casa no faltan platos típicos suizos como la fondue y la raclette.
Myriam tiene nociones básicas de alemán, domina el francés, el español y el chapurriau, de hecho muchos de los valderrobrenses que la conocen se extrañan cuando conocen que Rabassa es de origen suizo. A su faceta laboral de administrativa en uno de los secaderos de Grupo Arcoiris se une su faceta musical. Es la Presidenta de la Escuela Municipal de Música y de la Banda Comarcal San Antón participando activamente en conciertos y audiciones. Su interés por la música, explica, tiene su germen en la profesión que su padre desarrolló en Suiza como ebanista, en cuyo taller era frecuente ver algún instrumento musical. «Fue José Miguel Roig, el director de la banda quien al conocer mi sensibilidad musical me animó a participar activamente. Me inscribió incluso sin que yo lo supiese», apunta. Pese a que quiere mantener su vínculo con Suiza tiene claro que su vida está en Valderrobres junto a su marido José y sus hijos Sergio y Raúl.
Anonimo dice
EBANISTA, no evanista. Por favor, corrijan la falta de ortografía.
La Comarca dice
Buenos días, gracias por la corrección. Un saludo