Recientemente el Gobierno respondía en el Congreso a preguntas de diputados aragoneses del PP sobre la situación de los trenes regionales. En la media distancia, la alarma viene por el altísimo número de incidencias graves, es decir aquellos problemas que provocan un retraso en los tiempos de llegada superior a los 30 minutos.

En los trenes que circulan desde Zaragoza hacia Teruel y hacia Canfranc se dan un total de 200 incidencias graves. Más de cien se producían también en la línea Madrid-Zaragoza-Caspe-Barcelona y un número también muy importante en la de Burgos-Pamplona-Zaragoza, en la de Lérida-Zaragoza y en la línea Zaragoza-Castejón de Ebro. La línea que une Zaragoza con Caspe y con Barcelona fue, en tiempos, vital para el Bajo Aragón. Precisamente la falta de inversiones -por dar prioridad a la línea por Lérida y después al AVE- la ha convertido en una línea secundaria.

Renfe ha anunciado la adquisición de trenes híbridos, pero los viajeros no podrán disponer de ese servicio hasta el 2021. Algunos colectivos de usuarios piden soluciones intermedias, sustituyendo los viejos tamagotchis por otros que sean capaces de prestar el servicio.

En cuanto a los retrasos en la finalización los proyectos de autovías, tenemos el ejemplo de la A-68, especialmente entre El Burgo y Alcañiz, que se está convirtiendo casi en un sueño y muchos bajoaragoneses entrados en años no creen que la vean terminada. Por eso el presidente regional de los empresarios, Fernando Callizo, hablaba del «maltrato histórico» que ha sufrido Aragón con las infraestructuras, una deuda que reclamaba se saldase cuanto antes acelerando las obras pendientes. Ponía el ejemplo de la A-23 (Huesca-Jaca) y a-21 (Jaca al límite de Navarra). El mapa de los tramos en los que se dividen los proyectos es un auténtico galimatías, en una sucesión donde se van alternando las distintas posibilidades: en servicio, en ejecución, pendiente de licitación o próximo inicio de obras.

Los ciudadanos aragoneses piden una mayor celeridad en la realización de tantos proyectos pendientes desde hace años para acabar con ese «maltrato histórico».