Cuando a María Morska se le pregunta qué supone haber llegado a Andorra desde Ucrania, ella, aliviada, simplemente responde «tranquilidad, por fin». La joven forma parte del grupo de 45 ucranianos que este martes partió en un autobús desde Ivano-Frankivsk (Ucrania) con destino a la localidad bajoaragonesa. Las 17 familias que conforman el grupo, donde hay 19 menores de edad, realizaron un largo viaje que, tras pasar la noche del miércoles en Francia, les permitió llegar a su destino: el Centro Ítaca de Andorra, concebido por ellos como un nuevo lugar donde poder estar a salvo por fin.
«Muchos me han dicho que poder llegar aquí y dormir con tranquilidad hizo que la noche del jueves fuera la mejor de sus vidas», afirma María. Esta es la segunda vez que la joven natural de Bila Tserkva regresa a España para acompañar a refugiados de la guerra como ella. Durante su niñez y juventud pasó muchos veranos en Zaragoza, ciudad donde reside su familia de acogida con la que todavía mantiene una estrecha relación. El hecho de ya haber estado en el país y sus conocimientos de español fueron factores que facilitaron el primer viaje que tuvo que realizar a raíz de la llegada de la guerra, aunque todavía lo recuerda con un intenso dolor en sus ojos. Para ella, al igual que para todos los civiles, la vida tal y como la conocía cambió entonces. «El mismo día que vi los primeros ataques aéreos estaba a punto de irme a trabajar. Recuerdo incluso que el día de antes mi mayor preocupación era comprar un nuevo armario, algo que 24 horas después ni si quiera importaba porque debía decidir qué hacer para sobrevivir», relata.
Su marido, que trabaja en el mantenimiento de su ciudad, permanece en Ucrania, igual que su suegra y su suegro, quien actualmente está luchando en el frente. La preocupación diaria por la seguridad de todos ellos hace que María describa a esta guerra como «lo peor que le ha pasado en su vida después del día que murió su madre», pero esto no ha intervenido en sus ganas de intentar ayudar a otras personas para seguir adelante. La ucraniana regresó a su país para colaborar nuevamente en otro viaje a España que sería el alivio para aquellos que todavía continuaban sobreviviendo entre los escombros ocasionados por la guerra. En este caso el destino seguro era Andorra gracias a una operación promovida por Forestalia y el Ayuntamiento de la localidad para la que María coordinó junto a dos compañeras una recogida de personas en Ivano-Frankivsk, ciudad que sirvió como punto de partida hacia otras localidades cercanas donde terminaron de recoger a más civiles para completar el autobús.
Ninguna de las familias se conocían entre sí. El niño más pequeño tan solo tiene un año, aunque seguro que recuerda un viaje que es descrito por todos como largo y muy duro. «Para mí esta vez fue menos complicado porque ya sabía que al llegar encontraríamos un sitio tranquilo y donde poder estar a salvo, pero los demás iban a lo desconocido y eso da mucho miedo», explica María. Para ellos, los ciudadanos de Ucrania, la huida de su propio país inició el mismo día que comenzó el conflicto. «Tu vida se acaba desde entonces, hemos tenido que dormir día tras día con el abrigo puesto y todo preparado por si no daba tiempo al tener que huir», añade con dolor en sus ojos. Aunque la joven guarda su esperanza e intenta ayudar a su manera ya que no puede ir a luchar, confiesa que la tristeza se adueñó de su cuerpo desde entonces: «después de una guerra es imposible imaginar recuperar una vida normal otra vez».
La llegada a su nuevo hogar fue agridulce. Estaban, por fin, sanos y salvos, pero a su vez los signos del cansancio y el trauma podían notarse en el ambiente. Algunos pasajeros incluso tuvieron que acudir al centro de salud debido al gran dolor de piernas que tenían acumulado tras tantas horas de viaje. Aún así, todo ello pasó a un segundo plano gracias a la cálida acogida que se les proporcionó desde el centro Ítaca, donde les recibieron con comida y cobijo para que pudieran descansar y sentirse como en casa.
Al día siguiente por la mañana, los más pequeños jugaban en el patio del centro con una pelota y los adultos compartían alguna charla. En poco tiempo todos han vivido una situación que los unirá para siempre. Al mediodía volverían a reunirse para realizar una excursión organizada por María y en los próximos días comenzarán los trámites de documentación y la escolarización de los jóvenes a través de Forestalia, pequeños trámites que les servirán para poder tener una segunda oportunidad en este municipio.
Andorra se suma así a localidades como Híjar, Utrillas, Urrea de Gaén, Calanda o Maella que ya han acogido a personas procedentes de Ucrania. En Aragón, ya son más de 1.300 los ucranianos que han sido acogidas desde que comenzó la invasión a su país.
Español dice
Pronto se marcharán a la capital.que pregunten en utrillas
Ana dice
Muy buen artículo que nos entera del sufrimiento pasado por estas personas..produce alegria el acogimiento de Andorra..
Ahora de a poco ir superando..la tristeza y el dolor..
Miguel Angel dice
han venido , huyendo de la barbarie , de la guerra . que nunca se debio empezar , y que hasta la fecha
nuestros politicos , no saben como parar . por tanto ojala se vuelva cuanto antes a la paz .
deben ser recibidos con cariño . luego ellos son personas libres y decidiran para ellos su futuro mejor
de cualquier forma se nota que forastalia esta echando toda la carne en el ASADOR ,.,, …..
Para mi son bien benidos a ANDORRA . separando la paja de trigo